Aunque moleste

Argentina sin acritud

Ayuso hace bien: nada justifica romper relaciones con una república hermana

Ayuso ha hecho bien en recibir y otorgarle una medalla a Javier Milei. Argentina y España han de estar siempre en sintonía, por muchas diferencias que pueda haber entre sus dirigentes. Sánchez y Puente provocaron al presidente de la república hermana, y el bonaerense les respondió en proporción. Pero nada justifica romper relaciones diplomáticas, como hizo Alvares, por lo que Ayuso acierta en mantener viva esa unión fraternal.

Dicho lo cual, hay que decirle al presidente de Argentina que, una vez instalado en la Casa Rosada, debería hacer un esfuerzo por no seguir comportándose como un comentarista gamberro que suelta por televisión lo primero que se le viene a la cabeza. La agitación vocinglera está bien para los mítines, pero gobernar es otra cosa. Dijo su admirado Menen que «si hubiera dicho en campaña lo que iba a hacer, no me votaba nadie». Milei sabía que la mitad de lo que prometía no lo podía cumplir. En esto le gana Sánchez, que hace lo contrario de lo que dice.

Aunque el argentino ya está dando síntomas de incongruencia. Parece complicado que pueda dolarizar la economía y cerrar el Banco Central. Ambos asuntos han sido razonablemente aparcados, y Dios dirá. Ha dado ya marcha atrás es en su promesa de parar toda la obra pública (sólo iba a permitir la privada) y en enterrar las agendas verde y LGTB. En cuanto ha ido a Washington a pedir dinero, le han respondido que tales agendas «no se tocan», pues están en la esencia de la estrategia 2030. Si quiere trato especial del FMI, tiene que plegarse a las instituciones mundialistas, que sobrevaloran la obediencia. Y Milei va a hacer, por supuesto, lo que le digan los americanos, pero también los chinos, pese a que proclamó en campaña: «No pacto con comunistas. No promoveré relación alguna con los comunistas». Bueno, con Cuba y Venezuela no sabemos, pero con China, sí. Acaba de renovar el denominado «swap» chino (canje de monedas frente al dólar), al tiempo que ha reconocido el principio de «una sola China» (portazo a Taiwán) y prepara un viaje a Pekín para entrevistarse con Xi Jinping. Una cosa es la realidad y otra la televisión. Xi le mandó el mensaje de que, muy bien, si no quiere usted nada con China, le cortamos el grifo de las divisas, cobramos la deuda con intereses, abandonamos los proyectos de obra pública y dejamos de comprarle soja, maíz y carne, en beneficio de Brasil y Uruguay. La respuesta de Milei no se ha hecho esperar, y allá que va a Beijing, a pedirle a Xi que no se enfade, hombre, eran cosas de los mítines. Ya sabemos que no es lo mismo predicar que dar trigo. La realidad, carajo.

Mucho atizarle a los zurdos, pero bien que se va a ver al zurdo socialista Scholz para que sigan invirtiendo en Argentina las empresas alemanas. Es lógico, así tiene que ser, sólo que entonces debería modular un poco su discurso. La regeneración libertaria casa mal con pagar viajes privados con dinero público o colocar a su hermana Karina como responsable de comercio exterior.

Lo cual no quiere decir que el proyecto de Milei no sea mucho mejor que el del peronismo que arruinó el país. Mejor sí, pero sin acritud. Por favor.