
Apuntes
Para asustar a los viejos basta con la verdad
El sistema de pensiones no se sostiene a medio plazo a base de salarios bajos y contratos precarios
No hace falta montarse películas para asustar a los viejos, como hace Pedro Sánchez, pues basta con decirles la verdad, que el sistema de pensiones no da más de sí y que, a medio plazo, no queda otra solución que intensificar el proceso de sustitución de la población autóctona, la que tiene pocos hijos, por población extranjera, la que tiene muchos hijos, en especial la que procede de Marruecos o de Pakistán, que estos últimos se llevan la palma en lo de procrear. ¿Que son musulmanes? Pues qué le vamos a hacer, porque ya vamos por más de nueve millones de jubilados que cada vez cobran más. Son esas gentes formadas en el tardo franquismo y la Transición, con carreras largas, sueldos altos y buena salud general, que, leo por ahí, tienen pensiones de media un 25 por ciento más elevadas que las que cobraban los que se van muriendo, que lo de la covid ayudó, pero no tanto. Y si esta sociedad del bienestar pretende cubrir ese gasto con los bajos sueldos de los actuales trabajadores, nuestros hijos y nietos, ya les digo que va de ala. Si nunca se había vendido tan barato el kilo de ingeniero o de médico, calculen lo que cobra esa legión de hermanos iberoamericanos metidos a repartidores de paquetes de Amazon. O piensen en el inenarrable éxito que han tenido entre los empresarios los contratos «fijos discontinuos» –nunca una ministra de Trabajo como Yolanda Díaz fue capaz de joder a tantos trabajadores–, en las elevadas tasas de empleados que no consiguen superar los periodos de prueba o en esos millones de curritos que firman hasta media docena de contratos al año. Luego dicen que los bancos son malos porque no conceden hipotecas. Por supuesto, desde los marcos mentales de la izquierda, con las Belarras a la cabeza, la culpa siempre es de los demás: de los empresarios, de los caseros, de los banqueros, de los curas y, ahora, de los malvados jueces, esa casta nacida en los hogares ricos de las derechas y las extremas derechas que no hacen más que fastidiar a la familia presidencial... Pero no. Si el coste del empleo se hace prohibitivo a base de imponer unas tasas fiscales que rondan lo confiscatorio, lo normal es que los empresarios se defiendan. Si se demoniza el mercado inmobiliario, se protege por ley al «okupa» y se legaliza el impago, lo normal es que los propietarios de pisos los retiren del mercado o los dediquen al alquiler turístico que, aquí, la única industria que crece es la de las alarmas, las puertas blindadas y la desocupación. Y, solo como un inciso, si te lías a robar de lo público a enchufar parientes a costa de los presupuestos y a cobrar mordidas, lo lógico es que acabes en el papel estelar de investigado en cualquier juzgado de Instrucción. Lo demás, son argumentos para unos juegos florales que eluden el fondo de la cuestión. O se avanza económicamente, con más trabajadores y mejores salarios, o habrá que discutir si es razonable seguir actualizando las pensiones con el IPC. Salvo, eso sí, que la izquierda haya encontrado un nuevo filón para el «escudo social» en esos padres y abuelos que cubren con sus ahorros y con el sueldito de la jubilación las necesidades de los hijos y nietos, mientras en el PNV se compran revistas de decoración para cuando haya que remodelar el palacio de París, ese en el que hemos invertido una pasta todos los españoles y que también iba en el real decreto de las pensiones, junto con más impuestos al trabajo.
✕
Accede a tu cuenta para comentar