Aunque moleste

Una de autobombo

Ha sido la presunta corrupción la cara oculta de una gestión con cifras maquilladas

No defraudó Sánchez. Su balance fue más fabuloso de lo que cabía imaginar. No nos damos cuenta, pero vivimos en el país de las maravillas. Crecemos más que nadie, baja la deuda, se estanca el déficit, sube el empleo y nos envidian en todo el mundo por el nivelazo de presidente que tenemos, un portento de político capaz de gobernar habiendo perdido las elecciones y teniendo varios parientes, amigos y colaboradores empapelados por presunta corrupción. Aunque esto último, dijo, es mentira, bulos fascistas de la prensa fachosferica que «quiere ganar en las tertulias lo que perdió en las urnas». El que ganó fue él, todo el mundo lo sabe. Eso y mucho más nos comunicó nuestro timonel en su balance del año. En economía, un PIB espectacular, con todos los objetivos cumplidos y empleando mejor que nadie los fondos europeos. La realidad es que crecemos a costa de una deuda gigantesca y un gasto público disparatado. Llamar crecimiento al endeudamiento es engañarse y engañarnos, pero eso a Sánchez no le importa. Dice que la deuda está bajando, sin explicar que se trata de un mero efecto estadístico, como consecuencia de los 35.000 millones con los que ha inflado el INE el PIB. El endeudamiento sigue subiendo, esa es la verdad. Crecimiento hinchado, deuda maquillada y en noviembre se destruyó empleo, sin contar la treta de los fijos discontinuos y el engorde del empleo público. Los «mejores datos de paro de la historia» están tan tuneados como los next generation, que no absorbemos al ritmo necesario, según la Intervención General del Estado. Si añadimos a eso que los niveles de pobreza han crecido y que comprar vivienda es cada vez más complicado, tenemos un panorama que nada tiene que ver con el que ayer pintó el presidente. Colocar entre los logros de la legislatura los decretos de fondos para los afectados por la Dana, no es más que otro exponente de lo poco que importa pintar una realidad alejada de la verdad. Solo hay que preguntar en la calle de las poblaciones que no visita por miedo a ser increpado por los vecinos, y no por cuatro fascistas, como aseguró. Los avances en materia de energías renovables, que sí son reales y sí se han producido, no ocultan sin embargo una política medioambiental sectaria, empeñada en no hacer las obras hidráulicas necesarias para evitar tragedias como la de Valencia.

Eso sin entrar en que la legislatura es tan caótica que aún no tenemos ni presupuestos, y que ayer se aprobaron decretos que no serán aprobados. Ir a ver a Puigdemont no le va a salvar de estar siempre al filo de la navaja, rehén de las exigencias de los independentistas, los bildutarras y los comunistas.

Claro que ha sido la corrupción la cara oculta de la gestión del año. Su fiscal general imputado, su mujer investigada, su hermano empapelado, su ex amigo y ministro favorito perseguido por el caso Koldo, que también salpica a varios ministros más y a la presidenta del Congreso. Ayer cesó su secretario de comunicación, afectado por los mensajes del móvil de Lobato, que prueban que la Máquina del Fango no estaba en Sol sino en Moncloa. ¿Qué esconderán los WhatsApp borrados de Alvarone? No hay autobombo con la corrupción. Hay preocupación.