El buen salvaje

Ayahuasca

Dios, que llegue el domingo y que nos coja descalzos y con la túnica de Carlos Jesús

Cuando leí que los altos directivos y milmillonarios de Silicon Valley se drogan con minidosis de ketamina y LSD, entre otros alucinógenos, para ser «disruptivos» en el trabajo, no me costó creerlo. Basta con escuchar a Elon Musk para colegir que esa mente no ha sido tratada sólo con café con leche. Leo también que el consumo de ayahuasca crece en España, pero «¿será para tanto?», me digo también, entrecomillándome, entre atónito y alucinado. Empiezo a ver luces y en el ordenador las chiribitas me dictan reportajes a lo gonzo como de Hunter S. Thompson de la época de la facultad.

Así es que cuando llego a la audición y, después, al visionado, del mitin de Zapatero en San Sebastián me pregunto si, efectivamente, ese halo psicotrópico ha llegado a la campaña electoral, porque si no se pueden explicar el alza o la congelación de las pensiones, con lo fácil que parece, mejor es recurrir al infinito. «El infinito es infinito, el universo es infinito muy probablemente. No cabe en nuestra cabeza imaginarnos cómo es el infinito», esto y no otra cosa susceptible de verificación es lo que dijo a su auditorio el ex presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero. A Patxi López se le puso cara de nada. Parecía, aunque no se veía, que una nube de humo los cercara como en «La niebla» de Stephen King.

Claro que si la pesadilla empezara aquí hasta sería llevadera, pero es que anoche soñé con que se me caía la papada y no existía una cirugía capaz de dominarla, no saben lo que mal que se pasa imaginar que no hay arreglo para una peculiaridad física. La pesadilla empezó cuando a Rajoy le dio por hablar otra vez como si acabara de ser devuelto por extraterrestres que previamente lo habían abducido. «Hoy estoy aquí, el día 15, a quien acordarse de que se acuerde, de que yo, aunque no sea físicamente, estoy aquí», esto lo dijo Mariano Rajoy , está grabado y no hay que verificarlo como lo de Von der Leyen. Dios, que llegue el domingo y que nos coja descalzos y con la túnica de Carlos Jesús.