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Bacon sonríe a Sánchez; Rufián, la virtud y el vicio

Sánchez no olvidará la derrota ante Rafael del Pino y, cuando pueda, arremeterá contra él o contra la empresa, pero ahora, fiel a su rapidez, hace que pasa página, celebra otra vez el IPC de marzo

Francis Bacon (1561-1626), el padre del empirismo, al que algunos atribuyeron la autoría de las obras de Shakespeare (1564-1616), sonreiría al contemplar a Pedro Sánchez. «El requisito del éxito es la rapidez en tomar decisiones», decía el británico. La trayectoria del inquilino de la Moncloa avala esa teoría. Llegó al poder con una moción de censura apresurada y ahí se mantiene, apoyado en sus cambios, permanentes y celéricos, de opinión y de estrategias. Sánchez, sin duda por errores groseros de sus asesores, ha pinchado con Ferrovial y Rafael del Pino. Solo la ignorancia más absoluta de cómo funciona una Junta General y del conocimiento de cómo son los accionistas de las grandes compañías permitía albergar la esperanza de que tumbaran la propuesta de la presidencia, en este caso de trasladar la sede a Holanda. El voto favorable de más del 93%, a pesar de las amenas gubernamentales, confirma que alguien –el Gobierno– calculó mal, pero por desconocimiento. Los accionistas, además, votaron por sus intereses, que son sobre todo mejores resultados y más dividendos. Le hicieron caso a Gabriel Rufián, que en la esperpéntica moción de censura de Vox, se quejaba de que «hay gente dispuesta a votar en contra de sus intereses, pensando que vota a favor de sus principios». Los accionistas de Ferrovial, sean cuales sean sus principios, han elegido sin duda sus intereses.

Sánchez no olvidará la derrota ante Rafael del Pino y, cuando pueda, arremeterá contra él o contra la empresa, pero ahora, fiel a su rapidez, hace que pasa página, celebra otra vez el IPC de marzo, mucho más moderado, y saca pecho con el acuerdo con ERC –otra vez Rufián– y con Bildu para desatascar la Ley de Vivienda y la limitación de los alquileres, con subidas topadas en el 3% el próximo año. Todo muy urgente. Ahora, hay que enterrar el fiasco de Ferrovial y esgrimir el apoyo a la vivienda como penúltimo reclamo para las autonómicas y municipales de mayo. Sánchez, casi siempre actúa frenético, tanto que corre el riesgo de caer en lo que advertía Gregorio Marañón (1887-1960): «La rapidez, que es una virtud, engendra un vicio, que es la prisa». No está claro, sin embargo, quién votará en mayo por sus intereses, como recomienda Rufián, porque –es un hecho, tan comprobado como repetido– las limitaciones de alquileres siempre terminan en subidas de precios adicionales y escasez de vivienda en alquiler, como demostró, entre otros, el franquismo, sin que ni siquiera haga falta, para demostrarlo, recurrir al empirismo original de Bacon.