El buen salvaje

Blanqueo

En aquel momento solo sobraba Jorge Javier Vázquez, que, sin querer o sabiéndolo, resta más que suma

Para la izquierda ya es primavera (es primavera para esta parte del mundo, pero para ellos especialmente, pues florece y una fina lluvia hidrata las viejas ideas, como esos duros callos de los talones). Las flores despiertan alrededor del desierto blanco, al estilo de una secta de Yolanda, la mujer anti Saturno, pues se come a sus padres, no a sus hijos. Todavía. Vengo a fijarme en el estilo de esta temporada. Yolanda es una pasarela de ideas, todas usadas, tal que en la moda. El estilo safari, el marinero, todas esas tendencias que se repiten cada año, estaban en el discurso de la lideresa limpia.

La ternura, el amor, diríase una canción de Ana Belén. Ser limpio es una incitación al voto. Sumar lleva ropa interior recién lavada, preparada por si ocurre un accidente. Calzoncillos, bragas, tangas. La gente, sí, la «gente», está dispuesta a comprar luminosidad, como en las cremas para la cara con vitamina C. No se entiende cómo el rey del lado oscuro, guardián del ejército de la noche, Pablo Iglesias, no lo vio venir. Tampoco por qué Pedro Sánchez la entroniza como una Virgen sin dolor, que es la antítesis de una santa, cuando puede tragárselo también a poco que descuide la manicura y su lado femenino.

La izquierda quiere votar a una mujer sacerdotisa que aplica ungüentos para el alma con el que fusionar la política bancaria. En aquel momento solo sobraba Jorge Javier Vázquez, que, sin querer o sabiéndolo, resta más que suma porque a su lado las lideresas parecen mariliendres de alta costura. No iba de blanco pero resultaba pura nata sobre un tocino de cielo, un merengón con mucho chocolate dentro. Es el hombre que aún no se ha dado cuenta de que su presencia molesta, un trasto político que un día fue un mueble de época y me encantó. Jorge Javier fue la guinda de Yolanda, la patricia romana. Bruto frente a César. ¿Pero acaso no era César un hombre bueno? La izquierda necesita un Marlon Brando y Pablo solo puede presumir de la chepa de Montgomery Clift.