El trípode

El caso «Sánchez-Gallardo»

Hablar de «fraude de ley» se queda corto para calificar la conducta del líder socialista extremeño

Lo que toca Sánchez degrada la calidad de nuestra democracia constitucional. ¡Quién llegó al gobierno con 84 (…!) diputados -mediante una moción de censura para «salvar la calidad de nuestra democracia»- la está arrastrando por el fango, convirtiéndola en un remedo de esas democracias populares y populistas tan al gusto de sus socios de gobierno y de sus aliados parlamentarios. Los comunistas lo son en especial de las primeras, y unos y otros de aquellas de las que Maduro es el icono que las representa. Yolanda Díaz, Ione Belarra y Mónica García le ponen cara a esos partidos y coaliciones tan «progresistas» como «feministas» -con Juan Carlos Monedero e Iñigo Errejón como estrellas destacadas- y a las que se podrían añadir José Luis Ábalos y Koldo por el PSOE para encarnar el sanchismo en el pódium. Ahora se ha abierto el portón para cuestionar a fondo una característica de nuestra democracia que hasta ahora había sido pacíficamente asumida como tal: el aforamiento político. Aunque es destacable que el líder de la oposición a esa singularidad política era Sánchez que antes de «cambiar de opinión» se comprometió a acabar con ella. Incluso poco después de acceder a la Moncloa con 84 diputados presentó un anteproyecto de ley en el Congreso de los Diputados que decayó por la convocatoria electoral de abril de 2019. Desde entonces, ese compromiso pasó al limbo político, al cambiar de opinión como decimos, y ahora ha sido precisamente él quien lo ha puesto nuevamente de actualidad por el lamentable episodio protagonizado por Miguel Ángel Gallardo, su valido en «su» PSOE de Extremadura, en unión con David Sánchez, su hermano. Hablar de «fraude de ley» se queda corto para calificar la conducta del líder socialista extremeño para obstruir la acción de la Justicia que le colocaba junto a David -procesado por tráfico de influencias y prevaricación- a un paso del juicio oral por la jueza de Instrucción competente. Es tan obscena la actuación de Gallardo para dificultar la actuación judicial sobre la pareja Sánchez-Gallardo que, sin perjuicio de estar a la espera de la respuesta a los recursos ya planteados, hace inevitable cuando menos una reforma, incluso quizás constitucional, para evitar esa fraudulenta y descarada utilización del aforamiento político. Y una reflexión adicional; el sanchismo, como categoría política para la Historia, tiene a Pedro Sánchez y el PSOE de protagonistas indiscutibles, pero junto a ellos están señalados con el estigma de cooperadores destacados y necesarios a ERC, Junts, Bildu y el PNV. A Junts y Puigdemont ese apoyo ya le está pasando factura electoral con la Aliança catalana y al Pnv con Bildu ya tiene suficiente. De momento.