
Al portador
Chistorras, guarras, guarrillas y Ábalos
«Si Koldo fuera manchego en lugar de navarro, quizá hubiera llamado “guarras” a los billetes de quinientos euros»
Joseph Joubert (1754-1824), moralista y ensayista francés, autor de los «Pensamientos», poco conocido pero muy influyente en la Ilustración, veía «mucha grasa en el espíritu y mucha flaqueza en el estilo». La observación, ahora con chistorras de por medio, encajaría a la perfección con las mil y una peripecias de José Luis Ábalos, Koldo García Izaguirre y, por supuesto, Santos Cerdán. El desbroce de la ingente labor de documentación de las andanzas que hizo el chófer, asesor muy especial, chico de los recados y no sé sabe cuántas cosas más del exministro de Transportes, ha permitido deducir que utilizaban un lenguaje codificado en el que las «chistorras» o los «folios» eran billetes de quinientos euros, los «soles» de doscientos y las «lechugas» de cien. Todo derivaría del color de los billetes, aunque en el caso de las «chistorras» y los de quinientos –más morados que otra cosa, por muy poco vistos que estén– la mimetización esté algo más forzada. El origen y las raíces navarras de Koldo –y también de Cerdán, que en ese asunto tiene menos relevancia– explican la elección de la atribución codificada de «chistorra» a esos billetes que en su día llegaron a ser conocidos como los Bin Laden. El chiste se explicaba porque todo el mundo sabía de la existencia del cerebro terrorista islamista –responsable del atentado del 11S a las torres gemelas de Nueva York–, pero nadie, o casi nadie, lo había visto. Lo mismo que los billetes de quinientos euros que, por cierto, ahora suelen ser retirados de la circulación de manera discreta cuando llegan a los bancos, que los remiten al Banco Central Europeo. No desaparecerán, pero cada vez habrá menos. El destino quiso que Koldo fuera navarro, pero si hubiera sido manchego, de Albacete, por ejemplo, conocería que hay un embutido tradicional típico de esa provincia y de La Mancha, elaborado con carnes de cerdo procedentes de la matanza, muy parecido a la chistorra. Se elabora con las partes menos nobles del cerdo, como papada, magro de cabeza, corazón y riñones, aprovechadas tras la matanza tradicional. Reciben el nombre de «guarras» o «guarrillas» y, para los no muy expertos, son indistinguibles de las chistorras. Por eso es inevitable pensar en qué hubiera ocurrido si Koldo fuera manchego, más allá de «mucha grasa en el espíritu y poca en el estilo», como advirtió Joubert.
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