Al portador

El «cholismo» perseguirá a Sánchez toda la legislatura

La camiseta que tendrá que sudar Sánchez podría ser que ERC y Junts exigieran que en el discurso de investidura figuren sus principales exigencias de forma explícita

Karl Deutsch (1912-1992), científico político de origen checo, profesor en Harvard y en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT por sus siglas en inglés), estudioso de los nacionalismos, pensaba que «el poder, en un sentido estricto, es la prioridad de los resultados sobre los recursos». Pedro Sánchez, incluso sin haberlo leído, estaría de acuerdo, aunque no sería el único político en esa situación. Pablo Iglesias, sin ir más lejos, más documentado, escribió algo parecido en «Disputar la democracia»: «la radicalización en política no se mide por principios o por lo encendido del discurso, sino por la radicalidad de los resultados». El inquilino en funciones de la Moncloa siempre ha buscado resultados, lo que ocurre es que a veces todo se enreda y tiene que sudar la camiseta más de lo que desearía. Pedro Arriola, el desaparecido protoasesor sucesivo de Aznar y Rajoy, que trató con ETA, explicaba que la única ventaja de los etarras era que no mentían. Ahora, sus herederos de Bildu le han ofrecido un apoyo, foto incluida, en la práctica sin condiciones a Sánchez. Gabriel Rufián, la cara y la voz de Junqueras en el Congreso, además de ser cordial en el trato personal, tampoco miente. «Nuestro voto se suda partido a partido», le ha dicho al líder del PSOE, al mismo tiempo que introducía el «cholismo» en la vida parlamentaria. No hace falta conocer todas las claves de las intenciones de los «indepes» de ERC para concluir que apoyarán la investidura de Sánchez y que luego lo tendrán rehén, sometido a una especie de chantaje permanente, todo lo que dure la legislatura. Falta Puigdemont para completar el cuadro. Será menos claro que Rufián, pero sus intenciones, en este asunto, son idénticas, aunque los métodos difieran. ERC y Junts, no obstante, pueden coincidir, por vías separadas, en algo que se comentaban en los corrillos de la recepción del Palacio Real el pasado 12 de octubre, el día de la presentación en sociedad política de la princesa Leonor, a punto de jurar la Constitución. La camiseta que tendrá que sudar Sánchez podría ser que ERC y Junts exigieran que en el discurso de investidura figuren sus principales exigencias de forma explícita y que, claro, constara de esa manera en el diario de sesiones. Solo después de eso votarían a favor del candidato socialista, que habría ganado, con sudor, el primer partido, pero que tendría pendientes todos y cada uno del resto de la legislatura en los que para conservar el poder, también estará obligado a dar «prioridad a los resultados», como explicó Deutsch.