Rosetta Forner

Animales que tiene alma

La Razón
La RazónLa Razón

Aunque sólo acostumbramos a incluir en el «club de seres inteligentes o con sensibilidad capaces de interaccionar con humanos» a gatos y a perros –éstos últimos deberían ocupar un puesto especial dado que, a veces, salvan vidas humanas y se comportan con sus dueños con una lealtad y una «humanidad» propias de seres con alma–, también hay otros que exhiben una inteligencia asombrosa para lo que se espera de, por ejemplo, un pájaro, como es el caso de los agapornis. Puedo hablar de ello porque tengo uno: Chiquitín. Son pájaros tremendamente listos y divertidos. Por no hablar de los loros, algunos hablan, imitan voces o son capaces de «cantar» el Himno de la Alegría. Las personas, cuando podemos interactuar con otros seres vivos, creamos unos lazos afectivos similares a los que establecemos con otros congéneres, e incluso más –hay quien quiere más a su mascota que a algún miembro de su familia–. Los animales son inocentes en su generosidad y fuentes inagotables de amor incondicional. Les procuras cuidado, y a ti que van. En una sociedad donde las relaciones familiares son cada vez más complicadas, los animales nos proporcionan antídoto para la insensibilidad. A las personas mayores se les recomienda tener un animal de compañía para que les haga, eso, compañía. Y de paso, al tener que cuidar de alguien ajeno a ellos mismos, se mantengan despabilados y su autoestima tenga un chute de vitaminas. Si es un niño el que tiene mascota, o quiere tenerla, hay que enseñarle que los animales son seres vivos y no juguetes con pilas, a los que hay que cuidar diariamente –una buena manera de sacarle músculo a su responsabilidad–. Por cierto, la terapia con caballos y delfines funciona. Quizá ellos entiendan el alma humana mejor que los psicólogos.