Rosetta Forner

Autos locos

Los problemas se solucionan averiguando cuáles son las variables que lo causan. Por tanto, además de la velocidad, deberían analizarse el estado de las carreteras, el estilo de conducción y madurez de los conductores, y el estado del vehículo. Cierto es que, el pavimento, y otros elementos, dejan mucho que desear en muchas carreteras. La velocidad en sí misma no es el verdadero factor de riesgo. Los determinantes son el estado del vehículo y sobre todo, el del conductor. Según el psicoanálisis, una persona que no cuida su coche, no aprecia su vida. Porque, quien aprecia su vida, no va a toda pastilla por cualquier carretera en cualquier estado y sin tener en cuenta la climatología, ni «la performance» del conductor, ni el tipo de vehículo... Debemos repartir responsabilidades: al Gobierno, el estado de las carreteras (pavimento, señalización...), y al conductor, su coche (estado de los neumáticos, del motor...), y su propia persona (cansancio, en qué tipo de carreteras y situaciones está acostumbrado a conducir, etc). Al ser humano hay que darle responsabilidades para que aprenda a aceptarlas y a cuidar de sí mismo. Si sólo se le «imponen» normas, verá la manera de eludirlas. Hay mucho loco suelto al que por mucho que le pongan «señales», va a la velocidad que le pasa por el «giri». La madurez psicológica es una cuestión personal, como lo es cuidar del coche y no ir por la vida como un loco sin tener en cuenta que uno puede hacerse daño y hacerlo a otros. Hemos perdido educación, sensatez, responsabilidad... Se nota en la forma de conducir: se avasalla al otro, se conduce temerariamente, en demasiadas ocasiones. En las rotondas parecen jugar al «mariquita el último». Si se ve a una persona mayor al volante, la asustan en lugar de respetarla. La calle y la carretera, a veces, asemejan a una competición de autos locos. El estilo de conducción refleja cómo conducimos nuestra vida.