María José Navarro

Baltimore

Ha muerto un joven negro en Baltimore y en Estados Unidos se ha montado la de San Quintín. No es para menos. Desde agosto del año pasado ya han muerto al menos diez chicos afroamericanos a manos de la Policía. Este último se llamaba Freddie Gray y tenía veinticinco años. Murió el pasado día diecinueve mientras estaba en dependencias judiciales. Durante algún momento de su detención sufrió una lesión grave en su columna vertebral que le hizo caer en coma y, finalmente, morir, después de una semana de agonía. Y de pronto, te acuerdas. Te acuerdas de que lo de Baltimore no te es extraño, que lo aprendiste en «The Wire». Que ya sabes que hay un barrio al oeste de la ciudad del que conoces calles. Que conoces el puerto. Que sabes cómo padecen el narcotráfico. Y que sabes que vive gente de medio mundo y que su vida no es plácida ni mucho menos. Todo eso que sabemos se lo debemos a David Simon, redactor de la sección de sucesos de un periódico local y al que contó su día a día un policía llamado Ed Burns. Como en su serie, parece que no todos los agentes han usado los métodos ortodoxos a los que están sujetos y también aquí el castigo a los criminales depende de varios grados de impunidad y de abuso de las reglas. Así que a Simon habría que agradecerle primero la serie, una joyita. Luego, agradecerle habernos explicado lo que pasa en Baltimore y en muchas otras ciudades de su país. Y finalmente, que es lo importante, por explicarnos cómo funciona el mundo. Es descorazonador, pero es la verdad sin artificios. Véanla. Sirve casi como un bachillerato.