NASA

«Business plan»

La Razón
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El presidente francés, el Sr. Macron, ha sido contundente, el pasado martes, ante los líderes europeos al afirmar que «estamos perdiendo la batalla contra el cambio climático».

No le falta razón, a poco que nos esforcemos en recordar, comprobaremos que la desertización avanza inexorablemente. Prueba de ello son las altas temperaturas veraniegas, pasear en manga corta hasta bien entrado el mes de noviembre o las sequías permanentes. Desde 1880 la temperatura media de la superficie terrestre ha subido cerca de 1 grado. El calentamiento global ha empezado a preocupar seriamente a los gobiernos europeos que han adoptado recientemente medidas urgentes, tales como reducir en un 40% las emisiones de CO2 en 2030.

El reverso de la moneda de esta conciencia gubernamental lo representa el Sr. Trump. A él no le interesa el cambio climático ni sus causas, no cree que los seres humanos sean los responsables del mismo y asegura que «el calentamiento global es un invento de los chinos». Por esa razón retiró a Estados Unidos del Acuerdo de París contra el cambio climático.

No es la única medida agresora con el medio ambiente que ha tomado el controvertido presidente. Desde que anunció su retirada del acuerdo, ha desmantelado de forma efectiva y sigilosa muchas otras políticas medioambientales de suma importancia.

Ha desarticulado gran parte de las normas relativas al control y protección de la pureza del agua y del aire que habían sido columna vertebral de la política ambiental de la Administración Obama. Sin embargo, no está nada claro cuál va a ser la línea del actual presidente, ni siquiera si habrá alguna política al respecto.

Lo que sí ha dejado claro el Sr. Trump es lo que quiere hacer en la NASA: quiere volver a mandar astronautas a la Luna. Esto también significa un giro respecto a su antecesor que había dedicado casi todos los recursos a explorar asteroides y el planeta Marte.

Pero ambas administraciones no sólo difieren en el objetivo de sus programas, también en las razones. Las del presidente Obama eran de carácter científico y las del Sr. Trump son meramente económicas. En realidad, las más interesadas son un grupo de importantes empresas, como Space X, Virgin o Blue Oregon, que esperan hacer negocio con la minería lunar. Calculan que la Luna, al igual que muchos asteroides, contenga minerales valiosos del grupo del platino, metano, agua y helio-3, un elemento que no existe en la Tierra y que podría resultar una potencial fuente de energía nuclear no radioactiva. Los pasos del presidente no son improvisados, la nominación del congresista republicano Jim Bridenstine, un político favorable a promover vuelos espaciales financiados con capital privado, como nuevo director de la NASA, se produjo hace meses en ese sentido. Los gobiernos están para velar por el interés público, deben ser muros de contención de los distintos poderes económicos que, lógicamente, tienen una visión parcial e interesada del mundo. Sin embargo, el Sr. Trump ha llegado con un «Business Plan» a la Casa Blanca, en realidad ha llegado para mostrar cómo se pueden hacer negocios con lo que es de todos. Después de esquilmar el hábitat en el planeta, hay quien está dispuesto a seguir devorando la galaxia. El desarrollo de la sociedad no es una oferta de consumo ilimitada ni tampoco la búsqueda incansable de enriquecimiento. Cuando la política es colonizada por los poderes económicos se rompen los equilibrios necesarios para lograr el bienestar de la sociedad. Lo del Sr. Trump no es ni neoliberalismo ni otra ideología política, es el lobo que ha llegado al gallinero, se ha instalado en él y acabará con todos.