Fernando de Haro

Café frío

Hace diez días, en la interparlamentaria que el PP celebró en Salamanca, Rajoy prometió que encontraría una solución capaz de satisfacer a todos. Cada uno tendría el café que su comunidad autónoma necesitara. Se refería al objetivo de reducción de déficit. Hoy, en la reunión que mantiene con los barones regionales del partido, veremos cómo se las apaña detrás de la barra.

En la reunión de Salamanca, Cospedal hizo un llamamiento a la unidad que no ha dado muchos resultados. Hay mucho en juego para que los barones se contenten de modo fácil. Ya quedan muy lejos los tiempos en los que el sistema de financiación autonómica permitía hacer políticas de gasto que siempre acababa pagando Madrid. Las elecciones de 2015 están a la vuelta de la esquina y ningún presidente quiere asumir más desgastes. No quieren asumir la erosión que supone reducir el déficit al 1,2 por ciento (es el objetivo para este año) ni tampoco el agravio comparativo de que a otros se les permita estar por encima de esa cifra. Los que cumplieron (Galicia, Extremadura, Castilla y León, Madrid) rechazan un trato diferenciado que beneficie a los que no cumplieron. Pilar del Olmo, la consejera de Hacienda de Castilla y León, se ha convertido en cierto modo en la portavoz de este grupo. Le ha echado en cara a Montoro que no la haya recibido. Las comunidades incumplidoras (Baleares, Murcia y Valencia) saben que más recortes puede suponer un severo castigo en las urnas. De hecho, a Fabra las encuestas ya le pronostican la pérdida de la mayoría absoluta.

Para Rajoy va a ser muy difícil argumentar que no les ha servido a todos lo mismo, sobre todo cuando el PP no para de repetir que es el partido que mantiene una misma postura en toda España.

La cosa se le complica a especialmente con Cataluña. Porque al presidente no le queda más remedio que ofrecerle un torrefacto o un natural de distinta marca a Artur Mas. Es imposible que la Generalitat reduzca su déficit al 1,2 por ciento. Dejarlo en el entorno del 2 por ciento supone ya un ajuste de 1.500 millones. Y sin flexibilidad por parte de Madrid la situación social puede incendiarse aún más. A Rajoy le conviene ser flexible con el déficit para ser inflexible con la secesión.

Probablemente al camarero de este conflictivo bar no le queda más solución que ganar tiempo. Es algo que sabe hacer. Puede intentar explicar que los cafés que está poniendo, que van a ser bien diferentes, quieren solucionar una situación excepcional: la herencia recibida. Y puede también vincular el objetivo de déficit para los próximos años al debate sobre la reforma del sistema de financiación. Se trataría de enfríar el café. Pero el relato no sirve ni para Valencia ni para Murcia. En este caso habrá que ponerle dos terrones.