María José Navarro

Compromisos

La Razón
La RazónLa Razón

He estado ojeando las revistas del corazón para seguir al dedillo cómo lleva sus clases de portugués Sara Carbonero y para saber si ya se ha adaptado a su nueva vida en Oporto. La verdad es que desconocía que tuviera que pasar un tiempo para adaptarse a la vida en una ciudad de Portugal. Que no es Liberia, leches.

El caso es que estaba ahí, como disecada mirando a la chica de Casillas, me mojé un dedo y pasé de página. De pronto, me topé con un reportaje fotográfico de la familia real de Mónaco por las calles de La Habana haciéndose «selfies» subidos a un mototaxi como el que va montado en El Látigo de las ferias. Qué sinvergüenzas son estos de Mónaco, vamos a decirlo claramente. Hay que ver qué panda de desahogados.

La última de la saga, la tal Carlota, se ha liado ahora con un nerd de nombre Lamberto. Pero es noble, eso sí, no se vayan a pensar que le gustan de la calle. La niña, que no sabemos realmente a qué se dedica ha declarado a una revista «La pasión puede ser una locura, un precipicio, una experiencia que nos quiebra el juicio, pero sin ella la vida se vuelve hueca».

Vida hueca, dice aquí la cooperante comprometida. Y cuando está una a punto de pensar que el mundo es una mierda, zas, aparecen ellos, los socorristas de Proactiva Open Arms, unos héroes, unos tipos que dignifican al ser humano en general, que nos hacen mejores. Unos socorristas que trabajan en playas catalanas y que no pudieron resistir las imágenes de los refugiados llegando, muriendo en las costas de Lesbos. Echaron mano de sus ahorros y se plantaron allí, a sacar a gente del agua, a niños ateridos, a mujeres embarazadas, a hombres asustados. Y allí van a seguir mientras puedan y nosotros queramos ayudarles. Hay mucha gente buena. Gracias, chicos.