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Cortar las alas a Roures

La Razón
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¿Quiere usted hacerse rico al estilo solchaguiano, es decir, lo más rápidamente posible? Muy fácil: hágase a precio de saldo con los derechos del fútbol televisado y trafique con ellos aquí, allá y acullá. Eso es lo que consiguió Jaume Roures hace tres años gracias a los buenos oficios del presidente de la Liga, Javier Tebas. Un chollo monopolístico en el que él hace y deshace a su antojo: revende los partidos en España y se queda en exclusiva la comercialización de los que se emiten en tierras lejanas. Ahí es donde está la madre del cordero: 100 millones de comisión por temporada. La fortuna del turbio presidente de Mediapro está directamente relacionada con esos horarios repugnantes que nos obligan a ver el fútbol antes de comer o a almorzar deprisa y corriendo poniendo en riesgo nuestra digestión porque el encuentro de turno es a las 16.00 horas para satisfacer a chinos, indonesios o japoneses. La riqueza de este empresario cuyo grupo está siendo investigado por el FBI por corrupción pasaba por una compra baratita de los derechos. Y lo logró. No sé cómo lo logró pero el caso es que lo logró: se los adjudicó por 1.500 millones anuales. Una cifra minúscula, ridícula diría yo, en comparación con los 2.300 millones de la Premier.

La suerte de Roures se tradujo en desgracia para Madrid y Barça, que perciben lo mismo que hace una década y ven impotentes cómo nueve equipos ingleses les han pegado el sorpasso en este estratégico apartado. Aquí es donde se empiezan a ganar los partidos: a más dinero, mejores fichajes y a mejores fichajes, más títulos. No es una regla infalible pero casi. No pasaría de ser un escándalo meramente futbolístico si no fuera porque Roures es el cerebro en la sombra del golpe de Estado en Cataluña. Quien ha orquestado mediáticamente el apoyo al tejerazo del siglo XXI. Quien ha dado barniz de legalidad a una actuación ilegal de la A a la Z.

El Consejo de Ministros aprobó el viernes el nuevo reparto de los derechos, que se extenderá desde 2019 a 2022. Espero que el Gobierno haga los deberes entre bastidores impidiendo que Roures repita, como dicen, como titular del chollo del siglo. No podemos hacer aún más rico a quien se ha desempeñado como el gran enemigo de España. Menos aún a alguien a quien pisa los talones la Justicia estadounidense. Cortarle las alas es una cuestión de Estado. Un deber ético, estético y patriótico.