Rosetta Forner

Cuando calienta el sol

Hace años, tantos que los recuerdos se me antojan invento de mi mente de escritora, los españoles viajábamos en Seat 600 (el «rey» de la carretera). En él cabía toda la familia, el periquito, el gato y todo lo que hiciese falta. Al no haber otra cosa en el coche que no fuese coche, los niños cantábamos para entretenernos e inventamos el «veo veo». La costa era el destino soñado por todo aquel que viviese en el interior. Yo, como dijo Serrat, nací en el Mediterráneo, y podía ir en bici a la playa. Mientras que los españoles no salíamos de nuestro país –no porque careciésemos de espíritu viajero, sino porque el dinero escaseaba, y los «tour operadores» aún no se habían inventado–, España era destino turístico para muchos extranjeros, que por poco dinero tenían sol, playa y merenderos (precursores del «chiringuito»). Cincuenta años después seguimos yendo a la playa, pero ésta a veces está al otro lado del Atlántico. En cuanto al coche, si no tiene aire acondicionado, nos da algo. Nos hemos acostumbrado a quejarnos del calor –y de casi todo–, como si el verano no tuviese derecho a ser verano. Conclusión: queremos controlar todo con un «mando a distancia». Los niños ya no juegan al «veo veo», ahora el pulgar les va solo con la «nintendo». Antes, parábamos en una gasolinera para hacer pis y para repostar. Ahora, además de eso, compramos un montón de chuches y «snacks» varios para distraernos durante el trayecto, que suele hacerse por autopista o autovía, cuando en aquellos «tiempos del 600» la carretera era de doble sentido, gratis y con baches incluidos; eso sí, más tranquila y con conductores más prudentes y educados. Ni aire acondicionado en el coche, ni en casa: abanico y botijo para refrescarnos, y algún ventilador. Entonces teníamos asumido que en verano se pasaba calor. Ahora, nos hemos vuelto tan «tiquismiquis» que acabaremos por salir a la calle dentro de un aparato de aire acondicionado. La película «La familia y uno más» (años 60), protagonizada por Alberto Closas, nos muestra la España y la familia típica tópica de entonces. Hemos pasado de las fiestas típicas del pueblo a los «megamacroconciertos» de cuarenta mil y pico personas, del «600» al monovolumen. Han variado los «atrezzos», pero, en el fondo, haga más o menos calor, poco ha cambiado: sol, playa, toalla, bocata, sombrilla, bañador y chancletas. Vamos a la playa, calienta el sol... chiribiribí porompompón...