Pedro Narváez

Desmiéntame, Rita

La Razón
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Cuando Tierno Galván se enteró de lo que era la Movida, la asesinó con unos pocos planes de ayuda como un descuartizador a su víctima en la penumbra de la calle del Pez. Aviso a los que solicitan afectos: para esas caricias, mejor un puñetazo de verdad. Una canción, una película sin subvencionar de las que sale sangre a poco que se le pinche. Manuela Carmena, la chica Almodóvar, la nueva «profesora», nos recibe con la «web mordaza» como un verso letal en el poema épico de Podemos. La cultura de «Juego de Tronos». Rita Maestre explica vestida en televisión el cometido de la página de rectificaciones, si bien ella aún no ha cambiado su versión oficial del asalto a la capilla de la Complutense. No ha deshecho su mentira, que sigue ovillada en la desvergüenza. Tiene el infinito de internet para explicarse. La animo a que lo haga y nos saque de dudas. Cuente en esa web el relato de ese viaje sideral a cambiar el mundo a su antojo. Haga real la cultura de la transparencia de los sostenes y los gayumbos. Las bolas chinas. No se preocupe, los periodistas hacemos peores cosas para comulgar con la libertad de expresión sin pasar por el confesionario. Desmiéntame, por favor. Si esto fuera un bolero, le diría que diga que me odia aunque sea mentira. Los colegas, ya sabe, suelen presumir de ciertas heridas de guerra en las que uno no ha estado o no cuenta por pudor. Deje de pensar que la ideología está por encima del talento y que ahora que la disidencia está del otro lado tiene el nivel de un eructo.