Enrique López

Educación y futuro

La Razón
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Una vieja fábula nos contaba que un hombre muy adinerado visitó a Sócrates junto con su hijo para pedirle que se encargara de educar al joven. Sócrates le dijo al padre que le cobraría 500 rupias, un precio bastante alto para ese entonces. Al hombre adinerado le pareció demasiado dinero para educar a su hijo, y le respondió: - ¡Con todo ese dinero podría comprar un asno de primera! Sócrates entonces respondió: -Muy bien, le aconsejo que lo compre. De esa manera ya tendrá dos-. La moraleja que podemos extraer es que no hay nada como una buena formación y educación para seguir el camino del éxito. No me atrevo a entrometerme en la polémica generada en torno a la implantación de la reválida en el sistema educativo español, por cierto, nada nuevo en España ni en el mundo, pero que a la vista está que genera una gran discusión política, y por ello, se impone aún más la necesidad de llegar a un gran pacto nacional sobre el sistema educativo español entre los principales partidos políticos. Este pacto debe estar inspirado en unos principios comunes que diseñen el nuevo modelo educativo español y que, en todo caso, deben aspirar a una educación de calidad, integral y exigente, orientada a generar próximas generaciones bien formadas, con un alto grado de acceso a la cultura, y que parta de que una buena formación es la clave de la promoción personal. Una buena educación no sólo existe cuando se estudia sólo por el conocimiento, sino que debe tender a generar un ambiente que facilite a los niños y jóvenes su desarrollo al proveerles de un entendimiento de sí mismos y del mundo, así como de la oportunidad de entender su enorme potencial oculto. Para ello hay que promover una cultura de respeto al aprendizaje, de tal modo que los más jóvenes sean cada vez más conscientes de la necesidad del estudio y la formación para ser mejores personas, más libres y con más oportunidades en el futuro; en este escenario los grados de exigencia en el estudio deben existir siendo respetuosos con la propia iniciativa del alumno. La pregunta es si en este sistema ideal evaluar es malo o bueno, y en mi modesta opinión, aparte de necesario es positivo, de tal suerte que deben existir sistemas objetivos que midan el grado de desarrollo y éxito en el aprendizaje y la formación, preparando al joven para un mundo competitivo donde se prime el esfuerzo y la calidad, amén de la excelencia; un país de mediocres será siempre un país mediocre. Es una realidad que en España existen diferentes modelos de educación, los cuales se han ido aplicando a lo largo de los últimos tiempos. Es cierto que los diferentes modelos implantados por la izquierda han sido los que durante más tiempo se han aplicado, pero en cualquier caso se hace necesario un modelo definitivo para las próximas décadas, y esto exige la búsqueda de ese ansiado pacto que tanto bien le hará a nuestro país. Decía Hesíodo que la educación ayuda a la persona a aprender a ser lo que es capaz de ser.