Fernando Rayón

El adiós a la lideresa

La Razón
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No podía irse Esperanza Aguirre sin tocarle las narices a Rajoy. Y aunque sin citarle, por las formas y los contenidos de su discurso, lo ha vuelto a hacer. Desde que perdió el congreso de su partido en Valencia, la mala relación de Rajoy y Aguirre ha sido una constante. Uno de los dos sobraba y finalmente, o por el momento, parece que ha sido ella la que ha perdido la batalla. En su despedida, la lideresa ha dicho que en los últimos días han sucedido cosas en el partido de Madrid que le han llevado a asumir su responsabilidad política. Nadie duda que la tenía, pero no por lo sucedido en los últimos días, sino en los últimos años: no sólo tiene responsabilidad en la Púnica, sino también en la Gürtel. Y no han sido sólo un par de nombramientos los que le han salido ranas. Han sido muchos más.

El hecho de que quiera seguir siendo la portavoz de la oposición en el Ayuntamiento de Madrid es lo de siempre: guardarse una carta en la manga por si algún día puede volver. Porque querer, siempre querrá. Se abre así una nueva etapa en el PP de Madrid que no tiene otra salida que nombrar a Cristina Cifuentes como presidenta. La salida de Ignacio González ayudará también a que la presidenta de la Comunidad pueda hacer una limpieza a fondo para que las ranas que puedan quedar vuelvan al charco, que es donde mejor están.

Pero como la presidenta del PP de Madrid ha sido siempre la más lista, se va la primera, y además señala el camino a Rajoy. Nadie duda que la responsabilidad que Esperanza asume es la misma que tiene Rajoy, por mucho que los casos de corrupción en Baleares, Valencia o Murcia sean anteriores a su mandato. Pero a diferencia de Esperanza, Rajoy no se puede ir. Aunque cada día que pasa se alzan más voces en su partido pidiendo un cambio, quizá de candidatura a unas nuevas elecciones, este sólo tendría sentido si se hace un congreso. El PP nacional no es el PP de Madrid. Y el posible relevo de Rajoy no implica poner sólo otra cara, sino hacer una renovación a fondo de todo el centro derecha y recuperar unos principios y valores a los que nunca debió renunciar. Casi nada.