Elecciones en Estados Unidos

El foco

La Razón
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Perdonen que siga tan pesada y a lo mío, pero cuanto más me prometo no ir hacia la luz del feminismo, más fácilmente me enseñan el camino algunos y algunas, empeñados en hacer el macaco y desviar el foco. Les cuento. En los primeros días de este mes de octubre y en uno de los programas más famosos de la televisión francesa, un colaborador de esos que aspiran siempre al título de «Imbécil del año» le besó un seno a una invitada. El discípulo de Donald Trump, que se llama Jean-Michel Marie, no atendió en absoluto a los deseos de la joven que, de manera clara y como se puede ver en la escena, no se encuentra cómoda, dice que no a un ósculo en la mejilla e incluso gira la cabeza. El tipo en cuestión desprecia los deseos de la mujer y le besa un pecho. Las crónicas al respecto, incluidas las firmadas por mujeres, atienden ahora a los detalles sobre esta chica, que se llama Soraya Riffy y que tiene veintiún años. Lo primero fue glosar su escote, objetivamente pronunciado, como si el simple hecho de ser pronunciado mereciera que el patán se sobrepasara. Se cuenta ahora que es estudiante de enfermería por la mañana y bailarina oriental por la noche. Se desliza que quiere hacerse famosa. Se añade que musulmana, que cumple el Ramadán y que tiene una relación con alguien aunque, ay, no le va como quisiera con su pareja. Se adjunta que se operó los pechos y la nariz, pero que las nalgas son suyas. Por supuesto a todo esto hay que sumarle alguna que otra captura en sus redes sociales para mostrar que usa tanga en su bikini. Porque el escarnio no lo merece él, no amigas, hay que buscarlo en ella para tratar de justificar que, aunque Soraya dijo no, Jean-Michel estaba en su derecho de entender todo lo contrario. «Respeto a las mujeres todo lo que puedo», ha dicho el galán. No hay más preguntas, señoría.