Toni Bolaño

El PSOE tendrá que elegir

La Razón
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Los socialistas mantienen la máxima que han defendido en campaña. «Ni apoyar, ni abstenerse», ante un Gobierno de Mariano Rajoy. Es un paso lógico, porque es el primero. De momento, amagan con el bloqueo de la situación política, pero Sánchez, y los suyos, saben que son los que tienen la llave del desbloqueo. Sin embargo, el juego de la política requiere de sus requiebros, de sus puestas en escena y de sus sortilegios.

Ante la partida de ajedrez que se avecina, es importante detenerse en lo que se dice y, también, en lo que no se dice. El líder extremeño Guillermo Fernández Vara lo explicitó de forma clara en Onda Cero: «Nada me apetece menos que ayudar a quien tanto daño ha hecho a este país, pero creo que más daño haría no tener Gobierno». Palabras de Fernández Vara muy en la línea de las de Susana Díaz: «Los ciudadanos no han confiado en el PSOE para gobernar». Cesar Luena, el número dos del PSOE, parece llevarle la contraria afirmando que no apoyarán al PP «ni por acción, ni por omisión». Pero, con un añadido, la posición final la tomarán los órganos de gobierno del PSOE, es decir, el Comité Federal. No es un asunto baladí a tenor de las declaraciones que se han oído a lo largo de las últimas horas. El máximo órgano entre congresos se reunirá el día 9. Estaba previsto para el día 2 pero se retrasa una semana. ¿Por qué? Para dar tiempo al PP a establecer su estrategia y auto darse razón los socialistas cuando dicen «ahora es el tiempo de Rajoy», para concretar «es tiempo para los afines». El PSOE quiere quitarse la presión, aunque sabe que le caerá tarde o temprano. Quieren que Rajoy negocie con Ciudadanos, PNV y Coalición Canaria. La suma de estos supuestos apoyos es de 175 escaños. Justo la mitad del congreso. La solución al desempate la aportan los socialistas con la abstención de Pedro Quevedo, diputado de Nueva Canarias elegido en las listas del PSOE. Esta solución adolece de entelequia total. El PNV, en puertas de unas elecciones autonómicas que auguran una dura pugna con Podemos, no parece muy interesado en jugar a nada. Y menos a dar su voto favorable a nadie. Ciudadanos tampoco querrá retratarse de primeras y desde luego no garantizará su voto favorable, hoy por hoy. Los socialistas son conscientes de que esta solución tiene sus días contados. Pero de eso se trata, de conseguir días para modular la posición.

El galimatías sigue enredado, pero todos están cogiendo de su hilo. Los socialistas lo han hecho. Han sido los primeros. Han sacado pecho contra el PP. Es lo previsto en cualquier guión: «sostenella y no enmendalla». Lo novedoso es que el PSOE no ha amagado invocando su predisposición a plantear una alternativa de gobierno. Esta es la gran diferencia con el 20-D. El PSOE no puede intentar una alternativa creíble. Le separan 52 escaños con el PP. Le separa la falta de confianza con un desorientado Pablo Iglesias. Le separa la necesidad de evitar una tercera convocatoria electoral consecutiva, que no se puede permitir. El PSOE, con Pedro Sánchez a la cabeza, hará de la necesidad virtud.

No sería extraño que la maquinaria socialista empezara a preparar sus exigencias al presidente del Gobierno para abstenerse en la investidura. Reforma constitucional, reforma laboral, pacto educativo, medidas sociales, son algunos ejemplos. Luego, a la oposición, para evitar que la ahora noqueada Podemos se quede con el bastión de oposición en propiedad. Y un último apunte. El PSOE necesita de tranquilidad para hacer su proceso congresual. Debate sí, ruido no. Sánchez puede consolidar su liderazgo porque el horno no está para bollos. Puede consolidarlo, siempre y cuando no rompa los equilibrios que tiene con los barones ni acentúe las tensiones que pongan en peligro las costuras de un PSOE débil. En definitiva, de su estrategia depende su liderazgo.