Julián Redondo

¡Felicidades!

La Razón
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Perdió Argentina en Buenos Aires con Ecuador y sin Messi; Chile venció a Brasil; Alemania fue derrotada en Irlanda... El tópico pasa la prueba del algodón: no hay enemigo pequeño. El fútbol actual tiende a la igualdad, al equilibrio; cuesta sudor y sangre sacar los partidos adelante, aunque el podio de los grandes campeonatos condecore a clientes habituales. Lectura tan simple como real no implica magnificar el papel de España en las diferentes fases clasificatorias de Campeonatos de Europa y Mundiales, que desde 1994 ha superado con éxito. Pero conviene destacarlo con idéntica contundencia a la aplicación de la crítica severa en periodos de crisis insoportables.

Alardear de la goleada ante Luxemburgo en Las Gaunas es un error y un exceso, ¡es Luxemburgo!; minimizar el triunfo es una sandez. Con la complicidad de un árbitro complaciente, un equipo de destripaterrones crece y aparenta. A los diez minutos lamina a Silva; a la media hora, a Morata, y mantiene la portería a cero... Hasta que la calidad se impone y el aspirante a verdugo, que no es muy diestro, perece bajo el peso de la guillotina, y del fútbol, en ocasiones verdad palmaria. A falta de un encuentro, la Selección obtiene el billete para la Eurocopa de 2016. Es un hecho y hay que felicitar a los jugadores, y al seleccionador.

Vicente del Bosque ha ido renovando el grupo según lo exigían la edad y las circunstancias. Se levantó del batacazo del pasado Mundial, mientras Holanda muere de éxito, y del traspié en Eslovaquia. Alcanza objetivos y el relevo generacional y las categorías inferiores apuntan maneras. Cuesta menos imaginar un encuentro como el de la final de la Eurocopa de 2012 (4-0 a Italia) que un ridículo como aquel descalabro del 13-J en Salvador de Bahía. Cicatrizan las heridas y mejora el paciente en manos de un cirujano a quien los enemigos habituales despellejarán, aunque ponga una pica en Francia.