Nacho Villa

Fin de ciclo

Las evidencias son las evidencias y hay que saber reconocer la realidad de las cosas. No sé qué es primero. Lo que sí sé es que el Madrid pudo ganar sin problemas la final de la Copa del Rey y que al final se ha quedado con una temporada en blanco. Sin gran juego, pero con muchas oportunidades, los madridistas pudieron llevarse una final que merecieron. Pero la derrota fue el exponente máximo de lo que está ocurriendo: desconexión entre jugadores y entrenador; frialdad manifiesta de la afición y dudosa implicación de muchos de los jugadores, que deberían ser la bandera inequívoca del equipo.

Está claro que la salida del portugués Mourinho es inminente. Pero que nadie se engañe. Ése no es el problema. El problema está en el vestuario. Un vestuario lleno de figuras, muy bien pagadas y que piensan que son los señores y dueños del equipo, a la hora de las alineaciones, estrategias y decisiones. Y eso es letal. Cambiar al entrenador es un golpe de efecto, pero no es suficiente. Hay que poner orden en el equipo, que los jugadores sepan que no son los encargados de hacer las alineaciones y que, además, lo que tienen que demostrar lo deben hacer en el campo. Si la directiva decide cambiar al entrenador, será una decisión aceptada; pero el problema sigue estando en el vestuario. Y los jugadores ahora se sienten muy mimados. Piensan que son los dueños de la situación. Y mientras eso no cambie, lo demás será un simple golpe de efecto. Sin más.