Rosetta Forner

Fórmula mágica

El origen de todos los males de la humanidad es la falta de amor. Sin amor no hay fe ni esperanza. Sin amor no hay un ponerse en el lugar del otro. Sin amor no hay familia de almas. El amor es el pegamento que nos une a la vida y al corazón de nuestros semejantes. En los tiempos actuales, hay mucho ego hambriento que recurre a la tarjeta de crédito o a adicciones varias tratando de hallar el poder que excede a los dominios del yo. Lo importante no son las formas, sino el contenido de las mismas. Si hay amor todas las dificultades podrán ser afrontadas. La sociedad está enferma de soledad, y muy necesitada de afecto, de apoyo y de compasión. El poder del ego no es el poder del amor, aunque así se empeñen en hacérnoslo creer. La familia debería estar basada en el amor, el respeto, y la voluntad de aceptar al otro tal y como es. Nadie debería casarse porque lo «manda la sociedad», esto es, por no parecer un fracasado emocional al no tener pareja, o por constituirse en una pyme-emocional (pagar facturas a medias, tener una casa o un coche más grande), o por tener un padre legal para los hijos o alguien que contribuya a su manutención. Una familia legal no es necesariamente una familia de amor. Quienes se unen para ser una expresión de lo divino en lo humano unen sus almas, y procuran dar a sus hijos la mejor de las fortunas, una que es imperecedera, no caduca y está a salvo de los vaivenes de la Bolsa: el amor. Quienes sólo son una circunstancia temporal no comprenden que los verdaderos lazos son los del alma, no los biológicos. La psique es la que manda, en ella empieza el amor. La solución para tanta guerra y conflictos, para tanta soberbia y miedo, para tanto egoísmo y enfermedad, para tanta pobreza espiritual es el amor bien entendido: «Ama al prójimo como a ti mismo».