Pedro Narváez

La alcaldesa Rita

La Razón
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Manuela Carmena no quiere ni puede prescindir de la imputada Rita Maestre porque la regidora en la sombra es ella y uno no puede despedir al tapado de Podemos para que desnude la verdad de las cosas. A Rita la conocimos porque un día fue la Pantoja de Errejón, por los comentarios cuché que narraban su tonteo amoroso, pero no se equivoquen, la señorita Maestre es la comandante Chávez de Iglesias en el ayuntamiento. Intocable. Impermeable. Una alcaldesa en diferido, ese término tan de Cospedal que aún nos causa dolores en el costado y en la sintaxis. De profanar la capilla al Noli me tangere, Magdalena frente a Cristo, como en el lienzo de Correggio, sólo que con los papeles invertidos porque la que resucita es la concejala portavoz. Da igual lo que digan o lo que dejen de hacer los «nietos» de Carmena: son el ariete de Madrid al cielo sin asalto y por más que ardan en la pira mediática jamás serán entregados en sacrificio. Primero deben cumplir la misión de Íñigo, el delgadísimo gorrión supremo. Han de convertirnos al podemismo con cuatro mamarrachadas bien vendidas como propaganda para noviembre, el mes de los oráculos, que acabará con Iglesias en Moncloa o con Rita fuera del ayuntamiento vía moción de censura. El grupo socialista no los traga y viven una cena de Navidad de meses con el simulacro de la felicidad de los especiales de José Luis Moreno, Pedro Sánchez de ventrilocuo de Carmona. Y mientras, entremeses variados, la «bollera feminazi», llamada a ser la sustituta de Zapata si el señor de los tuits hubiera dimitido de verdad, como símbolo del orgullo gay; Carmena colgándose medallas por evitar desahucios que ya estaban parados; Rita la cantaora, la que decía que era una «voyeur» en la orgía anticlerical, de vidente y presunta mentirosa; en fin, el circo de las fieras que ya asoman los dientes tras la máscara de Carmena en su papel de abuela de Caperucita roja.