Pedro Narváez

Lo que de verdad importa

La Razón
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Se echaba en falta en esta travesía hacia el abismo que pudo ser Cataluña la palabra del ex presidente Aznar, sobre todo porque los nacionalistas sacaron a pasear su espantajo durante la campaña, como si detrás de España aún asomara un bigote. En la conjura de los necios, Aznar era el hombre del saco, a sabiendas de que durante su mandato no se resintió, más bien al contrario, el autogobierno de la Generalitat. Leer a Pla vía Luis Racionero no puntúa en el perverso juego de la oca independentista. Aquello era el siglo pasado. Aznar se mantuvo en silencio hasta que, como la risa a las cosquillas, dio un paso al frente el día después: el quinto aviso, el quinto elemento, no hay quinto malo. Quinto levanta. El ex presidente mantiene en el imaginario de muchos votantes populares la idea de una Arcadia conservadora, pero a quien más alegra su aparición es a los enemigos de Rajoy, que así encuentran un ariete del mismo color con el que intentar tomar La Moncloa por asalto. Aznar ofreció munición gratis ahora que el voto se vende muy caro y nos hizo la portada el día después, que además de fácil es inútil porque una vez mandado a la imprenta el titular ya no tiene remedio. A los criticones de periódicos habría que verlos cinco minutos antes del cierre. Cinco minutos después, y vista la competencia, cualquiera puede hacer el «New York Times», hasta un torpe juntaletras como el que esto escribe. Incluso tomando como certero su análisis, Aznar encendió el mechero en la gasolinera de las tertulias, en las que la pira estaba preparada no para Mas sino para Rajoy. Dejemos las conclusiones para los que se dicen expertos en demoscopia y que tienen el rigor del polígrafo de los famosos. ¿Es verdad que Ylenia se ha puesto pechos? Mas no ha ganado su plebiscito y es de suponer que en algo habrá influido el presidente que movió la diplomacia europea, traducida o en versión original, y a los líderes internacionales, de Merkel a Obama; que alentó a los empresarios y a la banca y que armó hasta los dientes al batallón legal por si las moscas cojoneras. ¿Qué hicieron los demás aparte de asimetrías y bailes del sábado noche? Mas ya arrastra una imputación por su desobediencia el 9-N. Lo adelantó el sábado este periódico, que ya avisaba del 28-S. La Justicia no juega a la gallina ciega. Ahora llega el momento de los mártires amortizados, del mismo guión al que sólo se le cambia la fecha. Mas ha tenido cuerda para ahorcarse. Mas ha disparado a su imagen en el espejo. Ha dejado a la burguesía en manos de los okupas de sus pisos. Mas es menos. Que el PP haya tenido un mal resultado debe preocupar al partido, pero no al común de los españoles, que vemos el órdago más lejos de la mesa de juego que es de lo que se trataba. No importa el PP. Importa España. Y en eso pensaré cuando vote en diciembre.