Toni Bolaño

Matarile-rile

El Govern ha pedido 2.000 millones más para pagar facturas. Algunos sectores siguen agobiados por falta de pago. Los presupuestos siguen en el alero. Se hace un plan para la juventud sin dinero, sólo con buenas palabras. Llevamos varias cumbres. De la social, aquella que tenía que aportar soluciones sobre la economía, la industria y el empleo, no tenemos noticias. Del último viaje del president a Brasil mejor no hablar. Resultado, más que mediocre. La mayor privatizacion de la Generalitat está KO. El Tribunal Superior de Justicia se la ha cargado. El Govern continua en estado «pasmado». Encima, el caso Palau sigue como una espada de Damócles. Y el de las ITV tiene noqueado a Oriol Pujol.

Como la cosa no da para mucho, Josep Rull ha desempolvado el tema estrella, ese que tapa el desgobierno y la mediocridad. Para animar el cotarro, ha lanzado la gran propuesta. La consulta será en 2014. Algunos afinan más. La cosa será el 14 de septiembre de 2014. Ya tenemos fecha. Lo que no tenemos es pregunta. Tampoco encaje legal. Las negociaciones con el Gobierno no existen aunque hoy el conseller de Presidencia, Francesc Homs, ha dicho que se intentan. No ha dado más detalles.

En definitiva, nada nuevo bajo el sol pero el mundo nacionalista está como un niño con zapatos nuevos. Pero en eso, ha llegado Duran y ha roto el encanto. Primero, el conseller Espadaler dejó clarito que Unió no está por la declaración unilateral de independencia. Segundo, el líder democristiano afeó a Rull sus prisas: la fecha no es exclusiva de CDC. Menos mal que el calor aprieta porque el jarro llevaba agua fría.

Una cosa hay que agradecer a Rull. Ha puesto blanco sobre negro sus intenciones. En 2014 se votará por la independencia. Mientras, el Govern tratará de conseguir más adeptos. Para eso está el Consejo de la Transición Nacional. Y la propaganda. Y los medios públicos. Ahora entiendo por qué el presidente Mas no ha enviado la carta a Rajoy. Es muy difícil de explicar la verdad. No es derecho a decidir, es independencia. Por eso, la carta todavía no ha visto la luz. Está como la canción, matarile-rile.