Política

El desafío independentista

No caer en la provocación

No caer en la provocación
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No hubo ninguna sorpresa. Los independentistas mostraron el alcance de su fuerza en la actual coyuntura y tras más de dos años de agitación partidista permanente con el apoyo de los recursos del Gobierno catalán y los medios de comunicación que controla. El nivel de participación era esperable y los nacionalistas consideran que es una victoria de Artur Mas y exigen que el Gobierno de España negocie. No creo que nadie se pueda sentir sorprendido ante los comentarios laudatorios de los nacionalistas, tanto radicales como moderados, a su líder. No estamos ante un éxito, por más que se empeñen los seguidores de Mas al que ahora quieren convertir en una especie de profeta. Hay que responder con inteligencia a este nuevo desafío independentista. Hay algunos que se sitúan en la cómoda equidistancia, aunque no son más que aliados útiles, inconscientes o no, de un independentismo que no quiere otra cosa que romper España. Era evidente que todos los independentistas irían a votar, con unas cifras más que cuestionables que incluyen a menores de edad e inmigrantes. Se han destinado enormes recursos para favorecer el voto, pero a pesar de ello este simulacro estéril y sin validez no tiene el alcance victorioso que pretenden los amigos del nacionalismo. La «victoria» del 9-N está en la imaginación y no en la realidad.

No hay que hacer demasiado caso a ese gesto de Mas asumiendo la responsabilidad de lo sucedido para erigirse en un héroe o mártir, cuando realmente conduce a Cataluña a un escenario penoso. No hay nada peor que los conversos que tienen que sobreactuar para ser aceptados como «buenos» patriotas y más cuando su «padre político», Jordi Pujol, y su familia se han convertido en el principal símbolo de la corrupción. No entiendo que mis conciudadanos catalanes puedan tener como referencia a un partido y a un líder que están sumidos en unos escándalos que producen bochorno.

España necesita reformas y todos los partidos tienen que limpiar, unos más que otros, su interior para resultar otra vez creíbles ante la opinión pública. No me sorprende que las encuestas den un buen resultado a Podemos y a su líder, Pablo Iglesias, ante la sucesión de escándalos de los que tenemos noticia. Otra reforma importante es la del Estado de las Autonomías, para resolver las disfunciones y acotar la solidaridad, como hace Alemania, porque es inaceptable la descompensación que existe entre unos territorios y otros mientras los presidentes de los más favorecidos adoptan, además, actitudes bravuconas que provocan indignación en comunidades como Cataluña, Madrid, Valencia o Baleares. Ésta es una vía para resolver la cuestión catalana, porque una parte del reciente auge del independentismo es consecuencia de esa indignación por el despilfarro de algunas comunidades y, por supuesto, por la crisis económica. Tras este simulacro estéril y a pesar del fervor de los amigos de Mas al considerarlo una victoria personal suya, ya que están preocupados por el auge de ERC y Junqueras, el Gobierno tiene que seguir en su línea de rigor y prudencia en defensa de la Constitución y de la España plural.