José Luis Alvite

Noche con gabardina (y II)

Noche con gabardina (y II)
Noche con gabardina (y II)larazon

No esperéis el final sorprendente de algo que no dio tanto de sí. A veces en el bar no ocurría por la noche nada interesante si es que no se atascaba un disco o alguien tiraba de la cisterna del retrete. El tipo bien trajeado siguió arrastrando la minuciosa bitácora de su vida con sus anotaciones en el cuaderno y el fulano de la gabardina sucia entró en esa calma reflexiva que sería sensatez si no fuese porque era cansancio. Escaleras arriba se escuchaba la lluvia deambulando descalza en la marquesina del bar. «Mi jornada se acaba aquí –dijo el tipo trajeado– así que cierro mi libreta y mañana será otro día. Se me olvidó anotar que a la lubina de mediodía le faltaba sal, pero lo apuntaré en casa. ¿Qué se debe?». «Nada, no se debe nada –respondió el tipo de la gabardina–. En el 80 maté a un tipo con un traje como ése y estoy en deuda con quienes se parezcan a él. Pagar tus antibióticas copas de contable tranquilizará a mi conciencia. No digas nada y arranca». El tipo de la libreta se largó con sus flácidas pisadas de baba y el barman dejó la cuenta al alcance del otro. «¿Hemos bebido 200 euros? No llevo tanto encima (rebuscó en los bolsillos). Sólo esto: dos monedas antiguas de Hungría, un palillo con sangre y la foto de mi chica de entonces. Supongo –miró al barman–... quiero suponer que tendrá el agradable gesto de no cobrar antes de que tenga yo el arranque furioso de no pagar –me miró–. ¿Qué opina el caballero?». «Yo devolvería esa foto al bolsillo. Una chica así es demasiado dinero». «Sí, lo es», apoyó el barman. Entonces el tipo se quitó la gabardina y la dejó desgarbada sobre la barra. «Cuídela, patrón. Y no la lleve a limpiar. Por 200 cochinos euros tiene usted un best-seller de 500 páginas. El pañuelo ensangrentado en el bolsillo sólo es el prólogo»...