Reyes Monforte

Palabras vacías

La Razón
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Que la realidad siempre supera y con creces la ficción es un mandamiento que en días como el de ayer suele resultar macabro. Cada vez que escuchamos el nombre propio de una persona y vemos su foto en los medios de comunicación como desaparecida, a todos se nos encoge el alma y tenemos motivos suficientes para que sea así. En la memoria colectiva guardamos nombres e historias de desconocidos que han entrado a formar parte de nuestra vida. Desde hacía 7 días los nombres de Laura y Marina se unieron a los de Marta del Castillo, Jeremy Vargas o Sara Morales. Lamentablemente, desde hace unas horas, los nombres de estas dos jóvenes de Cuenca se han unido a otra lista de nombres aún más dolorosa, la de las niñas de Alcácer, la de los niños de Córdoba Ruth y José ... Lamentablemente, la experiencia nos ha enseñado que cuando una persona desaparece, y más en las circunstancias que lo hicieron Marina y Laura, el tiempo es decisivo, ya que pasadas 24 o 48 horas, el final parece escrito desde el principio, como sucede en la novela de García Márquez «Crónica de una muerte anunciada». Demasiado real para ser ficción, y por eso no lo es. Ahora la historia es la de sus familias, que no encontrarán ni consuelo, ni sentido ni descanso. Y eso no hay escritor que logre definirlo con la realidad que merece. Por mucho que hagamos nuestros los nombres, los rostros y la historia de estas personas , no sabemos lo que supone vivir algo así, sólo lo sabe quien lo pasa. En casos como éste, las palabras suelen vaciarse de sentido y sólo cabe uno: acompañarles en el sentimiento.