
Campaña electoral
Peronismos

Los carteles electorales tienen guasa. Los chicos de Ciudadanos quieren ir a la zaga de Podemos. Los morados sonríen al país o los pueblos si el cartel se ubica en Madrid o Barcelona. Ciudadanos no se queda atrás. En Cataluña, el cartel no tiene nada que ver con el que se puede ver en Zamora. Con la foto de Rivera, se puede leer en las calles de barrios y pueblos de Cataluña: «Un presidente catalán para cambiar España». Vamos, que Rivera no piensa cometer el error del 20-D de ponerse de perfil en Cataluña. Lo pagó con un fuerte bajón electoral.
Un bajón que quiere evitar Oriol Junqueras. Después de hacerse de rogar, ha aceptado un duelo cara a cara con Josep Borrell en 8TV –la tele de «La Vanguardia»– moderado por Josep Cuní. Las encuestas mandan y habrá que verlo con cervecita y patatas fritas porque, sin duda, promete. Ambos se tienen ganas desde que Borrell echó las cuentas a los cuentos de Junqueras sobre la independencia. Borrell tiene todo que ganar y nada que perder. Junqueras, avezado en estas lides –se enfrentó el 20-D a José Manuel García-Margallo– necesita colocarse como el referente del independentismo frente a una Convergència que se presenta como la fuerza que se merece todos los votos porque son «los que más se han partido la cara por la independencia». Artur Mas, 129 presidente de la Generalitat, dixit. No tendrá desperdicio. No creo que nadie gane por KO, pero los contendientes quedarán con la ropa hecha jirones porque el cruce de palo y tentetieso empezará en el minuto uno.
Se emitirá mañana jueves por la noche, aunque se grabará por la mañana. Así los contendientes podrán recuperar fuerzas para sus bolos nocturnos. Espero que Borrell pregunte a Junqueras si está por la independencia unilateral, por el referéndum unilateral, si quiere elecciones, si apoya a Carles Puigdemont, si prefiere que vuelva Artur Mas, si opta por un pacto con Podemos o lo considera su enemigo, si cree que con Podemos habrá consulta pactada... Llámenme histérico, pero desde hace dos meses hemos entrado de nuevo en Cataluña en la esquizofrenia política. Yo me quedé en la hoja de ruta que predecía independencia en 18 meses, a contar desde enero. Pero ahora dice Junqueras que lo mejor es un referéndum. ¿También será peronista?
Lo digo a cuenta de la interesante entrevista de Rubén Amón, mi compañero de tertulias y discusiones, a Pablo Iglesias publicada en «El País». Fue una entrevista ácida, de ésas en las que el entrevistado no se encuentra cómodo a pesar de que Iglesias parece estar por encima del bien y del mal. «Yo controlo», parece decir en cada respuesta. Y en una de ellas, aceptó que Podemos tiene algo de peronista. No podía negarlo. No podía esquivar la pregunta.
No podía negar que Íñigo Errejón y Juan Carlos Monedero estuvieron departiendo en la televisión argentina sobre las bondades del kirchnerismo. No podía negar que el primer viaje oficial de la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, fue a Buenos Aires. No podía negar que Pablo Echenique es argentino, aunque sería osado y mentiroso vincularle con el peronismo porque llegó aquí con 13 años. Y no podía negar que uno de sus asesores más cercanos en materia económica es Facundo Firmenich –hijo del líder montonero Mario Firmenich–, uno de los líderes de La Cámpora, una organización kirchneriana que impregna la sociedad argentina de norte a sur y de este a oeste. Una organización de la que proviene Gerardo Pisarello, mano derecha de Ada Colau en Barcelona. O sea, que sabemos que Podemos es peronista, o sea, un partido de amplia cobertura ideológica, desde la derecha más intransigente hasta la izquierda más revolucionaria. Ya lo dice Iglesias: somos transversales y «populistas».
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