Irene Villa

Pillado

La Razón
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Nadie escapa a las redes sociales, especialmente si eres alguien «con nombre» y haces algo reprobable o cometes una infracción. El cofundador de una reconocida marca de gafas de sol española fue pillado utilizando una plaza reservada para personas de movilidad reducida y Facebook corrió la voz. La gran decepción la provocó su respuesta: no lo haría si la gente tuviese más cuidado al abrir las puertas de sus coches. El que haya encontrado algún que otro arañazo en su ferrari ha justificado que usurpe con toda tranquilidad el lugar de quienes encontramos alguna que otra desventaja más que los demás a la hora de desplazarnos. Especialmente las personas que utilizan silla de ruedas precisan estos espacios, pero no para que no les rayen el coche, sino para poder abrir completamente la puerta y conseguir así bajarse del vehículo. Está tan tristemente extendida esta ilegalidad que en mi primera novela reflejé algo demasiado generalizado: «Al principio, nadie respetaba su plaza, lo que provocó muchos malos momentos.

–Perdona, ¿no te has fijado que es una plaza para personas con discapacidad?

–Es sólo un momento.

–Ya, eso decís todos, pero estamos esperando a la persona que solicitó esta plaza, vendrá en cualquier momento.

–Llevo una hora dando vueltas, es sólo un minuto.

–Probablemente el minuto en que mi hermana aparecerá y tendrá que irse a aparcar al quinto pino.

–Bueno, me voy, pero no entiendo por qué tienen que tener preferencia.

–Ojalá no tengas que saberlo nunca.

Y como aquella se produjeron mil situaciones similares. Que si solo voy a sacar dinero al cajero, que si estoy esperando a alguien, que si ahora mismo lo quito... Siempre hay algún motivo. Y todo porque nadie era capaz de ponerse en el lugar de su hermana». Ojalá esta columna contribuya a que estos desagradables episodios que muchos vivimos casi a diario empiecen a desaparecer. Los valores morales son esenciales y en concreto la empatía es algo que tendríamos que trabajar a diario para entender que ni somos el ombligo del mundo ni estamos solos.