Trabajo

Querer es poder

La Razón
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El Gobierno de Islandia, el país más igualitario y, qué casualidad, el más pacífico del mundo, ha aprobado una reforma legislativa que obligará a las empresas a demostrar que no discriminan a las mujeres con salarios más bajos en el mismo puesto de trabajo.

La norma entrará en vigor en 2020, largo trayecto burocrático el de la justicia. Pero el objetivo de acabar con cualquier diferencia al respecto es primordial, y ha de ser un ejemplo para todos esos gobiernos que, como el nuestro, aseguran hacer todo lo que pueden y no poder hacer más.

¿Cómo que no? Ya lo ven, querer es poder. Cambiar las leyes para conseguir la igualdad de género es un paso preciso que no deja margen a razones subjetivas. El que no cumpla paga. Eso es muy pedagógico, sin duda. Cuando las leyes son justas ayudan a transformar la mentalidad de las gentes. Cuando existen ordenanzas en las que apoyarse se puede debatir. Sin ellas, como vemos, convencer nos está resultando arduo y penoso.

Las resistencias de los hombres, y de algunas féminas inverosímiles, son tan brutales que las mujeres que bregamos en campos de responsabilidad social nos vemos abocadas a batallas agotadoras. La mayoría de los varones no están a nuestro lado, fíjense en las fotos de las manifestaciones del Día Internacional de la Mujer. Sólo un porcentaje pequeño de compañeros nos acompañaba. Y los otros no están no porque piensen que eso es cosa nuestra; no están porque la mayoría carece de sensibilidad y sentido de la justicia. Y quieren carecer.

El miedo a perder privilegios perdura. No desean reconocer que en un mundo donde la mitad de la población está discriminada, la otra mitad no puede ser feliz. Es decir, nadie puedo serlo.