Irene Villa

Recuperar la intimidad

Hace pocos días, LA RAZÓN publicaba un amplio reportaje acerca de la falta de intimidad que procuran las redes sociales y cómo afecta a la sociedad ese afán de contarlo todo, con documentos gráficos incluidos. Especialmente los jóvenes se lanzan sin ningún pudor a mostrar hasta las escenas más íntimas. Siempre he pensado que hay que compartir, así las tristezas son más levaderas y las alegrías más grandes, pero esos momentos relegados a uno mismo, ese instante irrepetible que es de uno, que se vive en pareja, o incluso en soledad, pertenecen a una parcela íntima y personal, que debe seguir siéndolo pese a que tengamos todas las herramientas para que ocurra lo contrario. Y es que la soledad es necesaria porque nos da la oportunidad, sin interferencias de ningún tipo, de discernir, reflexionar, y, algo que no solemos hacer y que suele ser origen de muchos de nuestros problemas: escuchar a nuestro interior. El aburrimiento es igual de preciso que la soledad, también da sus frutos porque consigue algo tan relevante y vital como es hacer que nuestra imaginación vuele. El problema es que la creciente adicción a las tecnologías no deja espacio para estos momentos íntimos que conducen al crecimiento personal, nos conectan con nosotros mismos y nos permiten saber si vivimos realmente acorde a nuestros principios o debemos cambiar substancialmente. Además, esta falta de intimidad es aprovechada por malhechores, pero también por quienes quieren vendernos algo o incluso por quien rehúye contratarnos o hacer un préstamo por culpa de lo publicado. Es hora de echar el freno y recuperar nuestra intimidad.