César Vidal

Seis meses en supenso

La Razón
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En una de las novelas de Fernando Vizcaíno Casas –autor injustamente vilipendiado, quizá porque contó en clave de humor lo que casi nadie se ha atrevido a relatar en serio– se describía un curioso episodio. Las huelgas se iban extendiendo por todo el territorio nacional hasta que el propio gobierno se sumaba. El efecto era salutífero y la ausencia de ejecutivo, lejos de perjudicar a los españoles, los acababa beneficiando. Como fábula, la ocurrencia de Vizcaíno Casas –al que imagino que pensará quitarle la calle el desastrado y desastroso gobierno municipal de Madrid– resultaba ingeniosa y divertida. Como posibilidad real, crea inquietud. Con todo, es la opción que parece abrirse camino, paso a paso, en las cúpulas de los partidos políticos. En el PP, no faltan los que creen que el resultado de unas elecciones en mayo serían mejores siquiera por los votos que recuperarían de Ciudadanos. En Podemos, están convencidos de que asaltarán los cielos si tienen enfrente a Rajoy porque terminarán de absorber a IU y de desventrar al PSOE. En el PSOE, sueñan con poder quitarse de encima a Pedro Sánchez. Quizá la excepción sea Ciudadanos, formación que aún está «groggy» por los resultados y que, a estas alturas, imagino que continuará intentando aclararse. Personalmente, a mi todos estos cálculos y recálculos me parecen comprensibles porque en ellos les va el puesto a los protagonistas. Sin embargo, en términos de interés nacional, se me perfilan como absolutamente secundarios. Entre precampañas, campañas, poscampañas y trámites diversos, España puede estar sin ejecutivo ni legislativo más de medio año. Habrá quien recurra a la figura del gobierno en funciones, pero, con el corazón en la mano, ¿qué posibilidad tiene un gobierno en funciones para enfrentarse con desafíos importantes sin el respaldo del legislativo? Dios quiera que no suceda ninguna situación de especial gravedad, pero, caso de tener lugar, ¿cómo podría actuar sin dar la sensación de moverse al margen de la ley y sin que lo aprovecharan aquellos que sueñan con acabar con el actual sistema constitucional? Aún más: Bruselas señaló claramente que el último presupuesto elaborado por Montoro era un disparate y que esperaba que el nuevo gobierno lo cambiaría. ¿Acometerá tan necesaria misión en septiembre u octubre y padeceremos la mayor parte del año unas cuentas inverosímiles? En fin, los políticos pueden seguir jugando al Monopoly de las urnas, pero España no puede estar más de medio año sin gobierno y en suspenso... a menos que Vizcaíno Casas tuviera razón.