Rosetta Forner

Sociedad contrafóbica

La Razón
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Secuestros, mujeres obligadas a prostituirse... Fanáticos sociópatas que ponen bombas en un espacio público y matan a mujeres y a niños cristianos; impedimentos (el Ayto. de Huesca impide a concejales y demás miembros del consistorio que acudan a las procesiones), y etc. ¿Está la sociedad loca o es algo peor? Respuesta: está contrafóbica –hay dos formas disfuncionales de relacionarse con el miedo: la fobia y la contrafobia–. A ello se debe la tendencia a refugiarse en grupos de estilo sectarista –imponen su versión de la realidad. Y, no están permitidos el «yo individual» ni la libertad ni la discrepancia: sólo el «nosotros»–. En un grupo fanatizado (el fanatismo es hijo de la contrafobia), no existe el sentido común ni la empatía, ni la compasión por la vida de otro ser humano. ¿Tiene esto remedio? «Of course», como diría un americano. Éste pasa por activar la rebeldía en nosotros y atrevernos a tener pensamiento y criterio propios, así como a expresarlo. Toda persona que se valore a sí misma y tiene una autoestima saneada no se doblega ante nada, no traga con demagogias, y ve desnudo al rey de turno. Cuando nos valoramos, luchamos por nosotros mismos, osamos tener ideas y defenderlas. Lo qué está pasando en España, y en el mundo en general, tiene nombre: contrafobia. Tanto en la familia como en la política, en el mundo laboral, o en el religioso (los terroristas que actúan en nombre de su Dios) cuando se decide que una persona es la culpable de todos los males (la figura del «chivo expiatorio»), estamos en modo contrafóbico. La solución a nuestros males no pasa por transigir, o hundirnos en el miedo, sino por reeducarnos psicológicamente hablando. La sociedad entera debería hacérselo mirar. Del buenismo tenemos que pasar al realismo.