Restringido

Solemne gilipollez

La Razón
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No sé si «zasca» será elegida como palabra del año, pero de seguir a este ritmo no tengan duda alguna de que «carmenada» será muy pronto aceptada por la Real Academia Española de la Lengua como sinónimo de parida. Y no para referirse exclusivamente a las ocurrencias de la actual alcaldesa de Madrid, que un día propone que las madres limpien los colegios de sus hijos y otro que los niños se dediquen a recoger colillas por las aceras, sino para describir una estrambótica y desquiciada forma de entender la vida, la sociedad y la relación de los políticos con los ciudadanos. Aunque hay quien sostiene que sólo pueden ser felices los idiotas, debo confesarles que siempre he sido un tipo bastante feliz. Lo fui de niño, en el internado, en casa, en la universidad, en la mili, como reportero los treinta años que estuve dando tumbos por el mundo y lo soy ahora, aunque alguno de mis hijos me mire a veces como si fuera un peligro público. No voy por tanto a amargarme la jornada, disertando sesudamente sobre la estulticia que supone ponerse a toda prisa a cambiar los nombres de las calles de la capital y que en lugar de llamarse General Moscardó, Capitán Cortés o comandante Zorita, pasen a denominarse Plaza de la República, avenida de Pamela Anderson o Paseo del Pato Donald. Las guerras no se ganan ni se pierden con 80 años de retraso y lo que a estos que suben tuits infames sobre los judíos masacrados en los campos de concentración nazis o las piernas amputadas de las víctimas del terrorismo les parece tremendo y urgente, ocurrió no ya antes de que existiera internet, sino cuando no había televisión. Antes de que nacieran sus padres, antes de la Guerra Mundial, antes de los cohetes espaciales y antes de la energía nuclear.

Hace un par de años, el consistorio madrileño con alcaldesa del PP concedió una calle a Santiago Carrillo y hace cuatro que el hijo del carnicero de Paracuellos inauguró en la Universidad Complutense un monumento a las Brigadas Internacionales, pero olvídense de eso detalles, porque España tiene asuntos pendientes de mayor urgencia. Llevo tiempo recomendando más libros y menos croquetas a alguna representante de la izquierda caviar y aprovecho para extender el consejo a quienes dirigen el nuevo Ayuntamiento de Madrid. No se lo tomen a mal, pero lo de meter una maga disfrazada de mujer barbuda en la Cabalgata de Reyes es una solemne gilipollez.