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Torito

La Razón
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Ya no te van a matar en Tordesillas, pero todavía no está claro si te perseguirán, te humillarán y te torturarán para luego aniquilarte en privado. Ay, torito, me identifico más contigo que con cualquier humano capaz de demostrar su hombría a costa de violencia y sangre, mientras algunas hembras de la misma especie se ponen calientes. Ay, que he visto las imágenes y son terribles. Te lancean en las patas, que se van volviendo rojas y débiles. Sacan pecho los caballeros y los caballos lloran. Y sé, torito, que para ese pueblo lleno de gente digna, esto es lo que se llama una tradición. Pero hay tradiciones buenas y tradiciones que parecen sacadas del encierro, el dolor y el resentimiento. Pero, ¿qué culpa tienen los animales de que los seres humanos sintamos esos tormentos? No puede ser que porque nosotros creemos palabras, inventos y símbolos, queramos hacernos los dueños de la tierra y sus seres vivos. No puede ser que ante la impotencia que la enfermedad, el desamor y la muerte nos hacen sentir, maltratemos a los otros. Y no sólo a toritos como tú. Maltratamos a compañeros de viaje, parejas, niños, ancianos, subalternos, perros, gatos... Seguimos creyendo que la fuerza física es lo que ha de dominar el mundo. Tontos, que somos tontos. Si cuando el mundo se harte nos va a dar una vuelta de campana y nos va a dejar a todos sin voz, ni aire, ni manos para agarrar lanzas. Sé, torito, que tú amas y sientes, porque lo hacen todos los animales. Y creo que deberíamos aprender de vosotros. A dejar ser. A ser. Ojalá te libres, querido, de nuestros quebrantos.