Crisis del PSOE

Tres eran tres...

La Razón
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Valls, ex-Primer Ministro de Hollande, pasado a las filas de la República en Marcha del Presidente electo Macron, ha diagnosticado el fin de los partidos tradicionales dando por muerto el socialismo francés. Nadie se muere cinco minutos antes, pero el regateo sobre sí mismo del PSOE denota que se puede vivir en agonía permanente. Todos los partidos son teóricamente de sus militantes, pero los socialistas españoles empiezan a parecerse a la junta de accionistas de una Sociedad Anónima. Quizá no haya otra que las primarias porque no van a elegir secretario general los simpatizantes o votantes, en la senda de la juguetería electoral de Podemos, o el censo nacional, aunque el futuro del PSOE afecte a todos, incluidos sus adversarios. Pero tampoco es el colmo de la racionalidad que doscientos mil militantes decidan lo que les va a ocurrir a 47 millones de ciudadanos. El catalán Iceta, que abandonó Químicas por el PSC, aduce que su inexperiencia laboral la suple por sus contactos con los sindicalistas, que es como dejarse devorar por un león para hacerse veterinario. Como si entre sus filas no hubiera personajes de talla intelectual y prestigio profesional los socialistas se obligan a elegir entre la peste bubónica y el cólera morbo, entre dos candidatos y un comodín. Todos son viejos funcionarios partidarios. Susana hizo Derecho en 17 años (lo que es un mérito) afanada desde chica en el socialismo andaluz, y de ella dicen en Ferraz: «Vendrá a Madrid con los ERE en las maletas». Patxi dejó primero de Industriales para abrazar la causa de su padre Lalo López Albizu, pero sin su grandeza. Lehendakari con los votos del PP y efímero Presidente de las Cortes con los mismos, fue definido en una carta por Pilar Ruiz Albisu, madre del asesinado Joseba Pagazaurtundua «...dirás y harás cosas que me helarán la sangre». Sánchez tiene una pequeña fe de vida laboral como asesor bancario, pero su profesión acreditada es la de perdedor compulsivo de elecciones generales y macho alfa del gallinero, aunque no quede avechucho con plumas. Ambos, más el helador de sangre, también tienen en común la ausencia de un proyecto para España, por modesto que fuere, y coinciden en que su propuesta nacional es arrojar al PP a las tinieblas exteriores. «Tres eran tres las hijas de Elena». A lo peor tiene razón Valls.