Toni Bolaño

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La Razón
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Artur Mas, Oriol Junqueras, Muriel Casals, Carme Forcadell y Raúl Romeva, los multicandidatos de la lista unitaria presentaron ayer en el Museo de Historia –nacionalista y soberanista– de Cataluña el manifiesto que les arropa en su candidatura que tiene por título el escueto «Acuerdo juntos por el sí a un estado independiente para ganar la Catalunya del futuro».

Sin embargo, en el día de ayer, el contenido del manifiesto era lo de menos. Si me apuran, también era un tema menor el contenido de los discursos. Lo importante se difundió por la mañana. Josep Guardiola, el técnico del Bayern de Munich y del Barça que fue elevado a los altares cuando le entregaron la Cruz de Sant Jordi, cerraba la lista de los amigos de Artur Mas.

Guardiola, eso sí, no deja el fútbol. Seguirá en Múnich. Dice que su presencia es para hacer patente su apoyo al proceso soberanista, pero que no quiere ser diputado. La vida está muy achuchada y se entiende, y se comprende, que Guardiola quiera seguir beneficiándose de un contrato millonario antes que acogerse a un simple sueldo de diputado. La decisión de Guardiola parecía tener respuesta por parte del líder de Podemos, Pablo Iglesias, que se mostró contrario a la soberanía de la bandera, habló de debate social y de un país de países.

El acto de presentación fue sobrio. Unidad y épica independentista en la terraza del Museo de Historia de Cataluña, en cuya tienda se pueden comprar todo tipo de libros y avalorios con la estelada. La bandera catalana, junto con la europea, presidía el acto. De Europa se habló poco. Apenas lo hizo Carme Forcadell, la ex presidenta de la ANC, que convocó a todos los demócratas a la manifestación del 11 de septiembre. ¡A todos los demócratas! Sin rubor, la señora Forcadell y su candidatura tienen claro que los ciudadanos catalanes que no asistan a la manifestación no son demócratas. Ya puestos, tampoco son catalanes ni, mucho menos, patriotas. El nacionalismo catalán juega sus cartas. Se identifican con los buenos. El resto, los malos.

El cabeza de cartel, Raúl Romeva, volvió a decir la obvio. Desconexión del Estado, nueva constitución basada en una mayoría suficiente... No concretó cuál es esa mayoría. Pero Artur Más apuntó maneras. La mayoría que se obtenga sólo tendrá en cuenta a los ciudadanos que votan. Tampoco aclaró con qué mayorías parlamentarias se deben aprobar las nuevas leyes. Todo un olvido calculado.