El buen salvaje
Culo Delorme
La cloaca no es algo ajeno al cuerpo sino que vive en él y en sus desagües. El propio Sánchez y los que lo sustentan muestran la victoria de las posaderas del poder
Fue un espectáculo. Entra en el foco con ese fondo rojo que ya provoca inquietud, no es un rojo alegre sino de sótano al que solo le falta el enano de David Lynch; entonces sabemos que accedemos a los terrenos del sueño y la pesadilla; todo lo que sale por su boca es verdad adulterada, mentira por hacer, bronca en la ciénaga. Sánchez no defrauda, se supera, es un «fake» haciendo de lo falso la verdad desnuda. Si él no estuviera no llegaríamos a fin de mes, vino a decir. Si gobernara Feijóo viviríamos debajo de un puente (de Óscar Puente). «O nosotros o el caos»: aquella portada de «Hermano Lobo» de hace 50 años, antes de la muerte de Franco, en la que la gente contestaba «¡El caos, el caos!». Luego volvería a sus aposentos mientras el país entero (o enero) masticaba una rumba. Cuando un hombre se convierte en caricatura pierde en cierto modo la dignidad por cuanto un chiste no merece los mismos derechos que una oración en serio. Un señor chulo, encima, que nos echa la bronca por no criticar que cuelguen pintadas de las sedes del PSOE. El cinismo es tan mayúsculo que le faltan letras para expresarse debidamente.
Me quedé con ganas de saber más sobre la «Operación De Lorme», que así llamó la Guardia Civil a la investigación a Koldo, de donde sale todo lo demás, eso que los «tabloides digitales» se aprestan a publicar. El médico Charles De Lorme intuyó que las mascarillas evitaban el contagio de la peste, por eso la UCO tomó este apellido del siglo XVII para bautizar las fechorías de esta panda de sinvergüenzas (presuntos). Pero hete aquí, además, que existe el procedimiento de Delorme: una cirugía por la que se trata el prolapso rectal. Entonces, lo entendí todo en su redondez. Pues la cloaca no es algo ajeno al cuerpo sino que vive en él y en sus desagües. El propio Sánchez y los que lo sustentan muestran la victoria de las posaderas del poder. Los pómulos y el culo marcados, fuera de sí, como en un escrito de Quevedo, el autor citado por José Luis Ábalos en sus epístolas digitales con el Aló presidente.