Barcelona

El Príncipe en Cataluña

El Príncipe de Asturias inaugurará hoy en Barcelona el Congreso Mundial de Móviles (MWC), una de las citas tecnológicas más importantes del panorama internacional que, en esta edición, reunirá a más de 70.000 participantes, entre los que se encuentran los representantes de las primeras marcas del sector de las telecomunicaciones. La cita, de por sí, es lo suficientemente importante para la proyección exterior de España como para ameritar, sin otras consideraciones, la presencia de Su Alteza Real en la capital de Cataluña, dentro del apoyo institucional que presta la Corona a los grandes acontecimientos que pueden impulsar el desarrollo económico y social del país. Sin embargo, y desafortunadamente, existen circunstancias externas que otorgan al viaje de Don Felipe a Cataluña, en donde permanecerá hasta el próximo miércoles, un significado especial, por cuanto representa la implicación de la máxima institución del Estado, como es la Monarquía, en la labor de propiciar los mayores espacios de acuerdo entre la propia sociedad catalana, hoy en riesgo de fractura por la contumacia del presidente de la Generalitat, Artur Mas, en su absurdo desafío al orden constitucional. Así hay que interpretar las palabras que anoche, en la cena de bienvenida a España a los congresistas del MWC, pronunció el Príncipe de Asturias, y en las que fluyó de manera natural la idea-fuerza que realmente articula la realidad de Cataluña, como una de las regiones con mayor proyección de una España que está llamada a competir por un puesto relevante en el decisivo campo de las telecomunicaciones. Y que cuenta con la potencia de sus empresas y la competencia de sus ingenieros, pero también con la proyección que presta el disponer del segundo idioma más extendido y con más hablantes del mundo. Y aunque Don Felipe se expresó en un perfecto inglés en consideración a los invitados extranjeros, que constituían la mayoría de los comensales, también empleó «nuestras lenguas propias», español y catalán, en su discurso de salutación. No en vano, Su Alteza representa a una de las sociedades con mayor proyección en la tecnología de comunicación del futuro –España es líder mundial en el uso de teléfonos inteligentes y en donde más crece el empleo del internet móvil–, lo que reduce a sus términos exactos lo absurdo de las pretensiones separatistas de reducir a Cataluña a una entidad territorial aislada de Europa e impedida en el mundo global. Una vez más, la Corona muestra cuál es el camino para hacer de nuestro país un mejor lugar para vivir y desarrollarse, un camino que exige una renovación de esfuerzos en la comprensión de todos. En definitiva, esa España fuerte dentro de una Europa fuerte que nos reclaman insistentemente desde Bruselas, como ayer recordó la comisaria Reding.