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Las ONG deben ser un ejemplo

La Razón
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En los años 80 se produjo una verdadera explosión del voluntariado en las Organizaciones No Gubernamentales (ONG). Muchas de ellas no eran asociaciones recién creadas, pero sí que sufrieron una transformación generacional. Recordemos los célebres conciertos «Live Aid» (Ayuda en vivo), que movilizó conciencias en todo el mundo para recaudar fondos destinados a paliar las grandes hambrunas de Somalia y Etiopía; o cuando las estrellas de la música ponían sus voces en «We Are The World». Actualmente, una buena parte de la ayuda humanitaria de los gobiernos se canalizan a través de estas ONG y, entre ellas, Oxfam, convirtiéndose en una estructura básica en las políticas de desarrollo. Se trata de una veterana organización fundada en Gran Bretaña en 1942, en plena Segunda Guerra Mundial con el objetivo de luchar contra el hambre. Su labor ha sido ejemplar, con más de 6.200 trabajadores sobre el terreno en más de cien países. Una denuncia sobre cooperantes que pagaron prostitutas en Haití ha sumido a esta organización en una profunda crisis con la que no sólo se pone en duda su trabajo, sino que afecta a otras asociaciones. La primera consecuencia es la dimisión de la directora adjunta de Oxfam, Penny Lawrence, única salida digna y posible. Que el comportamiento de dichos cooperantes tuviese lugar en los trabajos posteriores al devastador terremoto de Haití de enero de 2010 es especialmente hiriente. Por otra parte, en nada ha ayudado que el responsable de la Oxfam en este país caribeño ya estuviese implicado en un caso similar en Chad en 2006 y que este precedente no sirviese para elegir al personal adecuado en la misión que ahora está en el ojo del ciclón. Los responsables de la organización han reconocido que no fue una decisión acertada, aunque las consecuencias están por llegar. Esta ONG, como tantas otras, se sustenta sobre dos bases: la profesionalidad y generosidad de sus trabajadores y la confianza que estos valores despiertan en sus socios, fuente fundamental de su financiación. La confianza en esta ONG ha decaído como es lógico, aunque su larga trayectoria y la seriedad de los proyectos llevados a cabo pueden paliar una crisis aguada. Hay que tener en cuenta que recibe 340 millones de euros al año entre fondos del Gobierno británico y donaciones públicas. La advertencia de Londres no puede ser más clara: si cualquier ONG no cumple con sus obligaciones y con el compromiso ético exigible, se retirarán las ayudas. Oxfam la componen 17 asociaciones y en España la representa Intermón, con un presupuesto el pasado año de 100 millones de euros, de los que más de 64 son ingresos privados y 37 millones públicos (3,7 del Gobierno español y 23,1 de la UE). Que existan más de dos mil ONGD en el Registro de Organizaciones No Gubernamentales de Desarrollo da muestra de la expansión de un ámbito que requiere ser controlado para que una entidad que realiza actividades relacionadas con los principios y objetivos de la cooperación internacional para el desarrollo cumpla los principios básicos exigidos por la ley: «La defensa y promoción de los Derechos humanos y las libertades fundamentales, la paz, la democracia y la participación ciudadana en condiciones de igualdad para mujeres y hombres y, en general, la no discriminación por razón de sexo, raza, cultura o religión, y el respeto a la diversidad». Está claro que el escándalo sexual de Oxfand no cumple este principio. Esperemos que esta ONG y muchas otras sigan cumpliendo con ejemplarmente con su trabajo.