Casa Real

Una Reina ejemplar

La Razón
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La imagen de Jesús de Medinaceli está estrechamente ligada a la Monarquía española desde que, en 1682, fuera devuelta a los cristianos por los notables de la ciudad marroquí de Mequinez, que la habían arrebatado tras el asalto y la conquista de la plaza de San Miguel de Ultramar un año antes. Desde esa lejana fecha, es tradición que un miembro de la Familia Real acuda cada primer viernes de marzo al besapiés del Cristo. Ayer, Doña Sofía fue la encargada de cumplir con el rito y fue recibida con vítores y aplausos por los miles de fieles que hacían cola a la puerta de la basílica madrileña. Un acto espontáneo de simpatía y reconocimiento hacia la figura de la Reina de España que explica por sí solo el entronque de la Casa Real con el común de los ciudadanos. Unas muestras de cariño y respeto más significativas, aún si cabe, por las especiales circunstancias de crisis y dificultades que atraviesa nuestro país y que demuestran que los españoles confían mayoritariamente en la Corona como instrumento de unidad, moderación y continuidad. No se le debería escapar a nadie el profundo simbolismo del acto al que acudió ayer Doña Sofía, como asimismo lo hicieron las reinas de España que la han precedido en los últimos trescientos años. Tradición y modernidad encarnadas en una mujer inteligente, discreta, culta, siempre volcada en los grandes problemas sociales, ya sea la lucha contra las drogas o la búsqueda de una vacuna contra la malaria. Ésta es la imagen auténtica de la Monarquía española, la que comparten la mayor parte de los españoles, sin la que no es posible entender el proceso de democratización y consolidación de las libertades que se ha dado en España a lo largo de los últimos cuarenta años. Y conviene recordarlo cuando desde diversos sectores, casi siempre contaminados por posiciones ideológicas preestablecidas, se trata de desvirtuar a la primera institución del Estado con críticas simplistas, invariablemente atadas a hechos coyunturales. La Familia Real, con Don Juan Carlos a la cabeza, ha demostrado reiteradamente su vocación de servicio a España y a los españoles con independencia del color de los gobiernos de turno y guardando estrictamente las directrices constitucionales que regulan su función. Un ejemplo que debería impregnar al resto de las instituciones y de la sociedad. Mañana, Su Majestad el Rey entra de nuevo en quirófano para ser intervenido de una antigua lesión cervical. No nos cabe duda de que los españoles le acompañarán con sus buenos deseos de recuperación para que siga al frente de la Jefatura del Estado todo el tiempo que sea preciso. Porque Su Majestad aún tiene trascendentes servicios que prestar a España y a los españoles.