
Al portador
Elon Musk decidirá el final de la guerra de Ucrania
El dueño de X regaló a Ucrania miles de terminales, con los que conectarse y dirigir los drones
Jonathan Swift (1667-1745), el escritor anglo-irlandés, autor de «Los viajes de Gulliver» y –algo menos conocido– también inventor del nombre «Vanessa», decía que «la guerra es hija de la soberbia». No necesitó conocer a Vladimir Putin, aunque tuvo otros ejemplos, para llegar a esa conclusión. Siempre ácido, sin duda hubiera arremetido contra Donald Trump y Elon Musk, por lo mismo, por soberbia. El otra vez inquilino de la Casa Blanca, es obvio, orilla a la Europa de la Unión Europea (UE), para tratar de tú a tú con Rusia y con China. Es el intento de imponer un nuevo orden mundial, que relegaría a un segundo plano las voces europeas. El primer paso es poner fin a la guerra de Putin en Ucrania, algo que van a tratar, digan lo que digan, las diplomacias rusa y americana en Arabia Saudí, conversaciones en las que la opinión del Zelenski de los ucranianos parecen pintar poco. Mientras tanto, el presidente francés, Emmanuel Macron, organizó ayer una reunión de los principales estados de la UE, con España y Sánchez incluidos, para estudiar y proponer un plan de urgencia para Ucrania. Descarta –no solo en el caso español–, por supuesto, enviar tropas europeas y es dudoso que sea efectivo. Sin embargo, la UE no puede resignarse a ser un actor secundario del escenario mundial, pero cada vez lo tiene más complicado.
La guerra de Putin en Ucrania depende también ahora, a las puertas de un hipotético final, de Elon Musk, ese multimillonario, empresario de éxito, innovador y desde hace tampoco tanto –hubo tiempos en los que lo criticó– al lado de Trump, y que se ocupa ya, con bastantes poderes, de reorganizar la administración USA, lo que significa reducirla para, en teoría, hacerla más eficaz. Su poder, no obstante, llega mucho más allá, incluso hasta Ucrania. Es el poder de la tecnología más puntera y su utilización. Es conocido, pero quizá no con detalles. Ucrania resistió al inicio de la guerra gracias Starlink, un servicio de conexión a internet a través de una serie de satélites –más de 3.000– que cubren la práctica totalidad del mundo, todo –también los satélites– propiedad de Musk. El dueño de X regaló a Ucrania miles de terminales, con los que conectarse y dirigir los drones, pero cortó la conexión en la zona de Crimea para evitar que las tropas de Zelenski atacaran la flota rusa atracada en esa zona. Alegaba que eso podía desencadenar una guerra nuclear. Ahora, Ucrania mantiene su dependencia de la tecnología de Musk, que tiene en su mano decidir –a través de Trump– cómo y cuándo terminará la guerra de Putin, «hija de la soberbia», ya decía Swift.
✕
Accede a tu cuenta para comentar