El canto del cuco
El error de Feijóo
Al PP, tanto como al PSOE sanchista, le falta hoy nervio ideológico. Está más atento a las encuestas que a los principios
Alberto Núñez Feijóo no es abortista. Incluso reconoce que el aborto no es un derecho fundamental porque no figura en la Declaración Universal de Derechos Humanos. (¡Es lo que faltaba!) Aunque todo se andará. Pero su legítimo afán de ampliar el espacio político para ganar las elecciones le ha llevado a aceptar como buena la vigente ley, bendecida por el «progresista» Tribunal Constitucional. Ante la reacción, más fuerte de lo esperado, dentro de sus propias filas, el indecente aprovechamiento de Vox y la voz decepcionada de la jerarquía católica, le ha entrado un ataque de duda, que ha superado enseguida. Se mire como se mire, la ley del aborto de Zapatero, empeorada ahora por Sánchez, es una mala causa. Y el presidente del Partido Popular no puede contradecir los principios éticos y políticos de su propio partido. Como escribió Ortega y he recordado alguna otra vez, «en política, “vivir al día” es casi inevitablemente morir al atardecer como las moscas efímeras».
Este episodio, que no es pasajero ni baladí, demuestra que al PP, tanto como al PSOE sanchista, le falta hoy nervio ideológico. Está más atento a las encuestas que a los principios. Es la táctica de la acomodación, de adivinar, con el dedo mojado en alto, de dónde sopla el aire, que suele ser cambiante. Antes decir de alguien que no tenía principios era la mayor descalificación; hoy es lo que se lleva. Ese ha sido el error de Feijóo. Aceptar lo que la izquierda ha puesto de moda y despreciar la poderosa corriente interna de pensamiento cristiano, esa que los más simples identifican estúpidamente con lo conservador, ultra o anticuado. Es todo lo contrario. En esto de la negación del derecho al aborto los políticos cristianos son tan progresistas como Juan XXIII, el Concilio Vaticano II, el papa Francisco o, sin ir tan lejos, Adolfo Suárez, Julián Marías o Miguel Delibes. Y la utilización del falso lenguaje descalificador no es inocente.
Lo más difícil para salir del embrollo en que se ha metido el líder del PP es, como dice también Ortega, tener a la vez talento y buen sentido. Feijóo ha demostrado de sobra que posee las dos cosas. Así que deberá emprender ya en su partido un rearme ideológico y desprenderse del ejemplo pasota de Rajoy, su antecesor, que se cargó a Alberto Ruiz-Gallardón por intentar enfrentarse a tiempo con honradez al problema legal del aborto. Y ahí están las consecuencias. Rajoy murió políticamente al atardecer como las orteguianas moscas efímeras. En política el paso del tiempo no arregla nada y los errores se pagan.
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