Y volvieron cantando
Esas «heroicas» pioneras
Ellas son las primeras en defender altas cuestiones de Estado como la libertad de no ponerse la prenda del sujetador cantada a los cuatro vientos por la ministra Belarra, como si alguna ley lo prohibiese.
Resulta casi enfermiza la obsesiva y permanente inclinación de los dirigentes de Podemos por brindarse allá donde les quieran oír, como los pioneros de todo logro social, de cualquier aspecto de normalidad dentro de las relaciones humanas y del elenco de avances en favor de los derechos de las mujeres, de los obreros, de los homosexuales, de los discapacitados, de los inmigrantes, de los niños y de otros muchos colectivos desprotegidos, que guste o no, ya tuvieron antes del «año cero» podemita unos heroicos defensores y defensoras dispuestos hoy a correr a «gorrazos» si salieran de su tumba, a algunos farsantes disfrazados de nuevos profetas bajo los que sustancialmente se esconde una supina ignorancia de la historia pasada y reciente.
La agotadora insistencia de la ministra de Igualdad por salvaguardar el apartado del consentimiento en su ley del «sí es sí» –como si esto fura la clave de bóveda que evitaría el aumento de agresiones sexuales y excarcelaciones– adquiere su momento culminante de patetismo cuando la propia Irene Montero y el coro de su guardia pretoriana insisten en que este del consentimiento es sin duda el gran hito en forma de logro histórico en favor del feminismo y espejo para el mundo occidental. La ministra probablemente ignora que esta cuestión siempre fue intrínseca a la relación entre personas de uno u otro sexo y no precisamente desde antes de ayer, por mucho que se empeñe en el «copyright» del novedoso invento. El interrogante ¿consientes? era ya formulado hace unos cuantos siglos por los varones que pretendían relaciones con una dama.
Con la llegada de Podemos a la vida pública y a las instituciones políticas incluido el gobierno de la nación, el contador del progreso «uno y trino» se ha puesto a cero. Ellas son las primeras en defender altas cuestiones de Estado como la libertad de no ponerse la prenda del sujetador cantada a los cuatro vientos por la ministra Belarra –como si alguna ley lo prohibiese– ellas son pioneras en compaginar el trabajo con la crianza y lactancia de hijos, ellas defienden antes que nadie libertades de Perogrullo como regresar a casa en la soledad de la enésima copa y hasta en alguna de ellas es la primera madre y médico que ha pisado la faz de la comunidad de Madrid. La que sin embargo aun o está escrita en su nuevo testamento es la palabra «dimisión».
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