Y volvieron cantando

Ese agotador pedaleo preinvestidura

El pedaleo constante en el que andamos sumidos, pendientes de una fecha para la investidura con la que se especula casi en una súplica general de acabar con este teatrillo

¿Se acuerdan de aquella asamblea de la CUP que se inventó un empate a 1.515 votos para a continuación avalar a un desconocido periodista ex alcalde de Gerona como nuevo president catalán a costa del calcinado Artur Mas? Hay estrategias del suspense que nunca cambian. Cuando la semana pasada contemplábamos la fotografía del presidente del Gobierno en funciones reunido con los dirigentes de Bildu, a nadie podía caberle ya ninguna duda –empezando por su núcleo duro demoscópico– de que el país va a pagar el precio de un acuerdo entre el PSOE y el independentismo que mantendrá a Sánchez en La Moncloa durante una nueva legislatura. Desde la noche electoral del «23-J» con los premonitorios festejos en las sedes de Sumar y del Partidos Socialista, pasando por unas negociaciones negadas a los cuatro vientos bajo la justificación de que «era el momento de Feijóo» y enlazando con la lluvia fina para dar carta de normalidad a la figura de la amnistía, todos los movimientos han tenido como principal hilo argumental el de una negociación supuestamente endiablada y enmarcada en una opereta de paso adelante y atrás, cuya única motivación sigue siendo todavía hoy, justo a un mes para que finalice el plazo, la de convencer a la opinión pública de las excelencias de un acuerdo que pretenderá venderse a mayor gloria del «diálogo».

El pedaleo constante en el que andamos sumidos, pendientes de una fecha para la investidura con la que se especula casi en una súplica general de acabar con este teatrillo y con la paradoja de un Parlamento cerrado tiene mucho que ver con el manejo de los tiempos del que siempre el PSOE hizo gala –Armengol también pone su parte– y sobre todo con los descarados modos con los que el soberanismo catalán exprime cada plazo legal manteniendo la incertidumbre sobre algo cuyo desenlace final es más que conocido. Carles Puigdemont fue sin ir más lejos el ratón parido por la montaña de aquella asamblea de la CUP que en 2015, tras un cómico empate de sus bases le señalaba como solución al bloqueo derivado de los reparos radicales a la figura de Artur Mas para ser investido president. Con la investidura de Sánchez, los plazos se apurarán lo que sea necesario. Ya saben, lo que mande la didáctica de la lluvia fina. Por si acaso resérvense asiento para el 13 y 14 de noviembre.