Opinión

España, una «Commonwealth» coronada de la que cuelguen algunas repúblicas

La obsesiva voluntad de Sánchez de encamarse con comunistas, antisistema, separatistas y el antiguo aparato militar y político de ETA abre la puerta a la debilidad del país

«Estamos como en la anterior legislatura, pero en mucha peor situación». La frase me la envía por WhatsApp uno de esos veteranos dirigentes socialistas penados con el anonimato. España vive en la inestabilidad. En la anormalidad. Se huele el peligro de ingobernabilidad. La obsesiva voluntad de Pedro Sánchez de encamarse con comunistas, antisistema, separatistas y con el antiguo aparato militar y político de ETA, todos dispuestos a desafiar la legalidad y la unidad españolas, abre la puerta a la debilidad del país. Antes o después, Sánchez habrá de cumplir cesiones que romperán la Constitución. El "procés" en Cataluña, con la ruptura de la convivencia que trajo y todavía persiste, se va a extender a un "procés" español cuyo final es la España plurinacional.

A ese carrusel se ha subido a toda prisa el lendakari Iñigo Urkullu, con sus intenciones de abrir en canal el modelo territorial. «Convención constitucional», lo llama. Más de lo mismo: otro achaque de la presuntuosa forma de entender la política del presidente del Gobierno en funciones. La prioridad de Sánchez es el seco «no» a cualquier punto de encuentro con un Partido Popular cuyo líder, Alberto Núñez Feijóo, viendo lo que se viene encima, ha convertido la igualdad entre todos los españoles en su bandera. Pero, veremos si ante el envite «progresista» no entramos en una alocada carrera de «café para todos» que deje España como una «Commonwealth» coronada de la que cuelguen algunas repúblicas. A apenas cuatro escaños de la mayoría absoluta, la mano tendida de Feijóo a Sánchez para lograr un pacto de gobernabilidad entre los dos mayores partidos demostró sentido de Estado. Desgraciadamente, el acuerdo para afrontar las grandes cuestiones es imposible.

Antes o después, Sánchez habrá de cumplir cesiones que romperán la Constitución

Un acuerdo de esas características requeriría de un secretario general del PSOE que no se sintiese tan cómodo liderando el «Frankenstein Plus» que se fragua. Tampoco el jefe de filas de los populares es un ingenuo. Pero tenía la obligación de intentarlo, como vencedor en votos y escaños. Lo contrario hubiese sido, por interés partidista, encogerse de hombros sin hacer los esfuerzos posibles frente a tanto despropósito al que nos encamina Sánchez agarrado a un clavo ardiendo para sobrevivir. Así lo han entendido los barones del PP, con quienes se iba a ver Feijóo este lunes en una Junta Directiva Nacional del partido suspendida por la DANA. . «La complejidad del tablero político obliga a actuar y, a pesar del desdén sufrido, Feijóo ha sido capaz de poner sobre la mesa una entente mínima para que pudiera darse un Gobierno con capacidad de afrontar los retos», comenta un alto cargo de Génova. Lejos de tirar la toalla, el líder del PP continuará esta semana su ronda de contactos. Puede y debe seguir adelante. Por mucho que la negativa del PNV haya convertido la peregrinación del gallego en una marcha hacia la «no investidura».

Por increíble que siga sonando, un fugado de la Justicia se ha convertido en la piedra angular del futurible gobierno de PSOE y Sumar

Mientras, los números le darían a Sánchez para repetir la ecuación de poder si logra sumar a Carles Puigdemont. Por increíble que siga sonando, un fugado de la Justicia se ha convertido en la piedra angular del futurible gabinete de coalición de PSOE y Sumar. Mañana martes, el camino hacia la reelección de Pedro Sánchez cruzará uno de sus mojones clave. Será cuando el residente de Waterloo ponga negro sobre blanco su catálogo de exigencias. El estado de ánimo en las alturas del Partido Socialista es de optimismo, toda vez que Carles Puigdemont mantiene intacto el hilo de los contactos. Sin embargo, voces socialistas lo reconocen: «Nos va a sacar hasta los higadillos». Son conscientes de que el ex presidente de la Generalitat difícilmente se apeará de todas sus demandas.

En La Moncloa ya se estudia cómo parir con fórceps la ley de amnistía. Consideran que este es el punto central para que se cumpla el propósito de Sánchez de no repetir elecciones. Es más, aun cuando Junts plantee demandas de máximos, está convencido de lograr un nuevo mandato como presidente, aun reconociendo la enorme debilidad parlamentaria que acarreará. De hecho, desearían alcanzar la meta a mediados o finales de octubre, tras la sesión fallida de Núñez Feijóo. «Cuanto antes, mejor», insisten los suyos. Y es que la sala de máquinas monclovita teme el previsible interés de Puigdemont de alargar los tiempos hasta noviembre. Para fortalecer su posición, escenificará sus movimientos a fuego lento, con los focos centrados en él, para que el separatismo lo visualice como el gran conseguidor, por delante de ERC.

En ese flanco, los de Oriol Junqueras ya han sentido la necesidad de colgarse medallas, como la de un supuesto acuerdo entre ERC y los socialistas para usar el catalán, el vasco y el gallego en el Congreso de los Diputados. En realidad, se trabaja en un borrador enviado a todos los grupos. La lucha por la hegemonía secesionista promete ser un quebradero de cabeza para el socialismo. «Seguimos dando pasos», defienden en La Moncloa. Fuera de sus muros, las cautelas son grandes. El minúsculo sanedrín que rodea a Sánchez apenas habla y los cuadros de la misma Ejecutiva Federal del PSOE viven las negociaciones expectantes, pero sin información. Todos se resignan a ser espectadores ante el hermetismo total impuesto por el «jefe».